17 de julio de 2009

Súper Neal

Neal Stephenson

No hay espacio para los diablillos de polvo [remolinos de polvo] en las leyes de la física, al menos en el modelo rígido que se enseña habitualmente. Hay una especie de connivencia tácita en la enseñanza habitual de la ciencia: obtienes un profesor competente pero aburrido, inseguro y por tanto pesado que habla a un público dividido entre estudiantes de ingenieria, a los que se hará responsables de la fabricación de puentes que no se desmoronen y aeroplanos que no caigan en picado a seiscientas millas por hora, y que por definición se ponen nerviosos y adoptan una actitud rencorosa cuando el profesor se sale de pronto del camino marcado y comienza a hablar de fenómenos escandalosos y para nada intuitivos; y estudiantes de física que obtienen gran parte de su autoestima del hecho de saber que son más inteligentes y moralmente más puros que los estudiantes de ingenieria y que, por definición, no quieren oír nada que no tenga sentido. La connivencia propicia que el profesor diga (algo similar a): el polvo es más pesado que el aire, por lo tanto cae hasta dar con el suelo. Eso es todo lo que es preciso saber sobre el polvo. A los ingenieros les encanta porque les gusta que los problemas estén muertos y crucificados como mariposas bajo el vidrio. A los físicos les encanta porque les gusta pensar que lo comprenden todo. Nadie plantea preguntas difíciles. Y más allá de las ventanas, los diablillos de polvo siguen brincando por el campus.

2 comentarios:

Unknown dijo...

aghhh¡¡¡¡
"estudiantes de física que obtienen gran parte de su autoestima del hecho de saber que son más inteligentes y moralmente más puros que los estudiantes de ingenieria"


y doble aghhh¡¡¡
"A los físicos les encanta porque les gusta pensar que lo comprenden todo"

Xu dijo...

Yo ahora estoy leyendo "Fundación" de Asimov.

Imperdonable no haberlo leido antes, pero ahí estamos enmendado el error. Qué grandes son los clásicos!!