21 de diciembre de 2008

La Fiesta de las Luces

He decidido velar por vuestra caóticas almas una vez más y recordaros que hoy, 21 de diciembre, empieza la Hannukah.
La historia de esta celebración ya se contó hace un año, por lo que no me extenderé más.
Con todo esto, comienzo la etiquetación de "El Fantasma de las Navidades presentes", y la segura serie de columnas del odio sobre las cenas familiares.
En fin, id en paz, y como se suele decir: un gran milagro ocurrió allí.

Shallom!

8 de diciembre de 2008

Umpa Lumpa

Lo he encontrado, esto lo tiene que estar escribiendo un físico, no hay otra

Big Bang Theory

Indispensable, lo mejor desde los primeros capítulos de House.
Este capítulo es sólo una muestra, y tiene el chiste de los umpalumpas eliminado, pero el final es... indescriptible

5 de diciembre de 2008

Ya¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Finalmente Samuel ya está aquí, como no podía ser de otra manera, ya va adelantado respecto a su promoción, les lleva un mes de ventaja, aunque por otra parte ha llegado un día tarde.
Todo ha ido bien, aunque tampoco tenemos demasiados datos, pesa 2,5 kg, es tranquilo, y come.
Los datos son confusos, ya que la mediana acaparó el teléfono y Lord Toni no está para largas conversaciones telefónicas. En breve confío en disponer de algún material gráfico.
En fin suerte a los agraciados.

30 de noviembre de 2008

Es muss sein!

Mylan Kundera

Cierto señor Dembscher le debía a Beethoven cincuenta marcos y el compositor, que jamás tenía un céntimo, se los reclamó.
"Muss es sein?", suspiró desolado el señor Dembscher y Beethoven se echó a reír alegremente: "Es muss sein!", inmediatamente anotó aquellas palabras y su melodía.
Compuso sobre aquel motivo realista una pequeña composición para cuatro voces: tres voces cantan "es muss sein, es muss sein, ja, ja, ja", "tiene que ser, tiene que ser, sí, sí, sí" y la tercera voz añade: "Heraus mit dem Beutel!", "¡Saca el monedero!".
Ese mismo motivo fue un año más tarde la base de la cuarta frase de su último cuarteto opus 135. Beethoven ya no pensaba entonces en el monedero de Dembscher. La frase “es muss sein!” le sonaba cada vez más majestuosa, como si la pronunciase el propio Destino. En el idioma de Kant, hasta el “buenos días”, con la entonación precisa, puede adquirir el aspecto de una tesis metafísica.
El alemán es un idioma de palabras pesadas. De modo que “es muss sein!” ya no era ninguna broma, sino “der schwer gefasste Entschluss”.
De ese modo, Beethoven transformó una inspiración cómica en un cuarteto serio, un chiste en una verdad metafísica. Ésta es una interesante historia de transformación de lo leve en pesado (o sea, según Parménides, de transformación de lo positivo en negativo). Sorprendentemente, semejante transformación no nos sorprende.
Por el contrario, nos indignaría que Beethoven hubiese transformado la seriedad de su cuarteto en el chiste ligero del canon a cuatro voces sobre el monedero de Dembscher. Sin embargo, estaría actuando plenamente de acuerdo con Parménides: ¡convertiría lo pesado en leve, lo negativo en positivo! ¡Al comienzo (como un boceto imperfecto) estaría la gran verdad metafísica y al final (como la obra perfecta) habría una broma ligera! Sólo que nosotros ya no sabemos pensar como Parménides.

21 de noviembre de 2008

Se hace saber....

Que me lo paso muy bien en Madrid
Y que "mañana" empiezo a estudiar
xD

19 de noviembre de 2008

Se hace saber...II

Que este sábado parece que volveremos a jugar... a Rokugan o napos, ya se verá, si el discípulo está interesado que se manifieste.

10 de noviembre de 2008

Sí, soy YO...

El otro dia mr. Xu me comentó que una serie de personajillos habían encontrado nosesabecomo el blog...y que le preguntaron que si El Leñador era "yo".
Pues sí señores, ya que se os veía interesados, El Leñador sigue en pie y dando guerra desde Madrid... y sí, soy quien vosotros pensais. (Cuanto misterio por favor..)

Ya que estoy, y porque me apetece, os voy a aconsejar a los de ciencias que antes de seguir en la rama, os lo penseis dos veces... No todo el mundo está capacitado para aguantar a profesores mucho más cabroncetes que Xu, ni todos los hígados pueden aguantar el ritmo de la sangría garrafonera típica universitaria.
Aun así, ánimo, que pese a lo hijos de **** que sean los coordinadores de selectividad de Baleares, con un poco de suerte sacais algo de nota y os podreis plantear la posibilidad de venir a disfrutar de la buena vida. Y si no, siempre estareis a tiempo de meteros en Magisterio en la UIB (con todo el respeto de los que estudian o han estudiado magisterio en la UIB).

Y no lo olvidéis chicos, Madrid is Hardcore.

30 de octubre de 2008

Se hace saber...

Que si logramos hacer coincidir las agendas, este fin de semana jugaremos a Rol o Napoleónicos.
Interesados enviar email o comentario a este post

28 de octubre de 2008

La fuerza Centrífuga

Ayer en clase me volvió a pasar algo espectacular, quien dice que la docencia es aburrida?
Ayer comenzó el tema de "electricidad", y dado que es una de esas clases desdobladas, tuve la oportunidad de escuchar lo siguiente:
"Los átomos están formados por un núcleo y unos electrones que les dan vueltas" ( el dibujo que lo acompaña no hace falta que lo describa verdad?)
"Estos electrones son atraídos por el núcleo" ( Bien...vale )
"Irían contra el núcleo si otra fuerza no los empujara en sentido contrario" (...umhhh?... con alumnos de 3 ESO no se donde pretende llegar pero en fin...)
"La otra fuerza que lo mantiene en la órbita es.... La fuerza centrífuga, que estira de él hacia afuera" (Aquí se me cayeron los huevos, y del dolor me desmayé y no recuerdo nada más)
Y para que veáis como está la cosa, me parece de los mejores profesores que he visto.

24 de octubre de 2008

Paciencia?¡

Hoy en este antro en el que doy clase me ha pasado algo que todavía no logro clasificar, pero que refuerza mi idea de que los alumnos no son lo pero de este instituto.
Al acabar las clases, ha venido una alumna ( muy correcta ) a pedir que le abriera UN aula, y recalco lo de UN porque resulta que no sabe el número ( empezamos bien ), le explico que tenemos que saber el número para poder pedir la llave en secretaría.
Tras las pertinentes averiguaciones descubrimos que la denominación del aula es T13. Bien en principio un problema prácticamente resuelto, vamos a secretaría, pedimos la llave del aula T13, vamos a la puerta, introduzco la llave, y sorpresa¡¡¡ no abre, no es la llave.
Me cago en todo y vueeeeelvo a secretaría, y aquí viene lo bueno. Tras explicarles que no funciona la llave, ¿que me dice el anormal del mostrador? Que... "tengo que tener paciencia". Paciencia¡¡¡¡ No coño, tengo que tener la llave correcta, es más tu trabajo implica ser capaz de entregar la llave correcta.
Sí, sí que hay que tener paciencia, pero para soportar que un bedel imbécil (a nivel atómico) te vacile.

22 de octubre de 2008

¡Felicidades!

Citando mi libro de geología:

“Quants anys té el nostre planeta? Són molts els que han intentat respondre a aquesta pregunta al llarg de la història.
La societat occidental, sota la influència del cristianisme, va buscar la resposta en la interpretació de la Bíblia. Al segle XVII, un arquebisbe va afirmar que la Terra havia estat creada el 22 d’octubre de l’any 4.004 a.C.”


En fin, feliz 6012º aniversario, supongo.

13 de octubre de 2008

3 de octubre de 2008

Todas la putas tienen suerte

Aprovecho este rato que estoy de guardia de 14.00 a 15.00 en el instituto un Viernes, para colgar una crónica de lo que finalmente ha sido el inicio de curso.
Contra todo pronóstico pese a los malos augurios, el decepcionante estado del centro, el pavoroso claustro... parece eso, que todas las putas tienen suerte, y que de momento el curso no pinta tan mal como se me antojó al principio.
De las 15 horas que debo dar de clase, resulta que, gracias a que ha desaparecido un curso de Bachillerato, el Jefe de departamento viene a desdoblarme durante seis horas, tres en 3ª y 3 en 4ª. Y como donde no hay patrón manda marinero... pues yo estoy como un espantapájaros al fondo de la clase. Pero no es que no haga nada tomo nota porque lo que el explica en clase yo lo voy repitiendo durante la semana en mis clases de 3º y 4º. Así que no sólo doy seis horas menos de clase, además me ayudan a preparar las ya sencillas clases de tecnología.
La hora de repaso que se me asigno para los que tienen la tecnología aprobada de 1º, resulta que es ( para ellos ) de asistencia voluntaria, así que no viene nadie. Otra hora menos.
Si bien soy tutor de un 3º, parece que será llevadero. No son los ángeles del infierno, son más tontos que malos, y mira que alguno llega a ser tonto. Por contra otros son bastante espabilados, al menos para lo común de estos lares.
Además es incluso divertido, en clase hay
3 x Ecuador
1 x Colombia
2 x Bolivia
1 x República Dominicana
1 x Nigeria ( inglés & nigeriano )
1 x Guinea Ecuatorial
1 x Marruecos
1 x Bulgaria ( búlgaro & ruso )
1 x Polonia ( polaco )
2 x España
He decidido que la mejor hora es la de tutor, les insulto, diserto, sermoneo, castigo... y encima les gusta.
Otro día haré un repaso de algunas de la joyas del instituto.

24 de septiembre de 2008

De vals va la cosa

En educación física, al final de curso, quizá nos hagan bailar vals, o tango, o chachachá.
Sin duda, puestos a elegir, prefiero el vals.
Un dos·tres, un dos·tres, un dos·tres.

The Last Waltz, de Gho Young-wuk (OldBoy)


Segundo Vals, Jazzsuite, de Dimitri Shostakovich


La Valse d'Amélie, de Yann Tiersen (Le fabuleux destin d'Amélie Poulain)

17 de septiembre de 2008

Funcionarios

Dos días en ese antro y ya estoy hasta el gorro, este va a ser un curso muuuuuuuy largo.
La mañana ha empezado como era de esperar, el jefe de estudios no ha solucionado lo de los grupos de tecnología y sigo teniendo una clase con 2 alumnos y otra con 34 alumnos. Como ya me imaginaba que pasaría he advertido a una profesora de guardia (a la que denominaremos funcionaria recalcitrante) para que estuviera atenta porque intentaría averiguar cuál de los dos grupos tenía la hora equivocada y debía irse a otra aula y cuál se quedaba a dar clase conmigo.
Cuándo llevo un par de frases de explicación, me interrumpe conmocionada
Funcionaria recalcitrante - ¿Cuántos alumnos hay que guardar?
Yo- ehhhh¿¡ … Ninguno, estoy yo, pero seguramente habrá 10 o 12 que no están en el aula correcta y habrá que llevarlos a otra aula.
Funcionaria recalcitrante- Pero esto lo tiene que arreglar el jefe de estudios¡¡¡¡
Yo- sí, ya lo sé. Pero yo en el aula, no tengo sillas para todos y apenas caben, si veo quien está donde no toca, lo envío a su aula y así yo puedo ir dando clase.
Funcionaria recalcitrante – Pero yo no estoy aquí de guardia para estas cosas, le dices a que aula tienen que ir, y ya irán por su cuenta, ya lo arreglará el jefe de estudios.
Y tras esto se va muy digna a seguir con su café. Me pregunto qué entiende esta mujer que es estar de guardia. Y vale que el jefe de estudios tampoco parece un prodigio ni de inteligencia ni de eficiencia, pero es que con ayudas como esta…
Al final resulta que no es que se líen los alumnos, es que efectivamente a todos les han puesto la misma hora, menos a dos… brillante. Ya veremos como acaba porque tras una nueva conversación ( de pasillo claro, porque nadie parece que se vaya a sentar a resolverlo seriamente ) ha quedado con que ya lo mirarán y me dirán cosas.
La conversación preclara del día la he tenido con un alumno repetidor ( de tercero y de segundo ) que no obstante, parece razonable y incluso menos atontado que el resto, que me ha hecho saber tras presentar la asignatura, que estaba siendo demasiado optimista, citando textualmente, me ha dicho:
“Este no es un instituto como los demás, aquí nos dan lo justo para que podamos ir a FP, este no es ningún instituto serio donde de los de aprender”
“El año pasado nos tuvieron haciendo una casa de cartón durante dos meses, y el resto cortar maderas, y todo lo que hicimos en informática, en un año, fue una hoja de Excel y una página web con un editor”
Y lo peor es que me lo creo. Lo mejor es que el listón no está muy alto, a nada que haga ya triunfo.
De todas formas aún puede dar todo un nuevo giro inesperado, porque el profesor de tecnología del año pasado, sigue en el instituto pero ahora dando matemáticas y le interesaría cambiarme las clases. El director ha dado el visto bueno y la Consellería tiene la última palabra

12 de septiembre de 2008

Que perra es la guerra

Buscando en la chaqueta metálica he encontrado esta joya que a Xu tanto le gusta

Tutor IV

Y pasamos a la reunión de tutores, lo que es la reunión no ha sido gran cosa, el grupo de tutores es heterogéneo, un par funcionarios tipo, dos oligofrénicas, y Boris Izaguirre hecho profesor. Ni que decir tiene que el más coherente y candidato a poder mantener una conversación es Boris.
Tras los innumerables consejos de todos los que se enteran que seré tutor por primera vez, estoy perfilando mi presentación oscilo entre el estilo Patton,



o la Chaqueta Metálica, que creo que dadas las circunstancias es el adecuado

Tutor III

Pero como la diversión no tiene fin al día siguiente hay Claustro.
El Claustro ha sido de lo más movido y desde luego nada corriente
Empieza con una presentación del equipo directivo y luego sigue con la no votación del acta del claustro anterior porque tienen prisa (ya se hará otro día… claro que sí es una gente campechana sin formalismos).
Se pasa como tema estrella a la nueva normativa de expulsiones y amonestaciones, ya tengo un mal pálpito, no mola que este sea el primer tema del punto del día. De la nueva normativa, que a mí me parece de lo más razonable, deduzco que si antes no se hacía así debían tener muchos problemas. Efectivamente empieza a brotar la mierda, pero a brotar como en Gigante cuando descubre el petróleo, y me salpica como a James Dean. Un par de exaltados atacan al equipo directivo y poco menos que los tildan de ineptos, otros le defienden alegando que no se puede hacer nada, a lo que el sector crítico acertadamente responde que si no se puede hacer nada, dejemos de tener estos interminables claustros y se organicen rezos comunitarios del Rosario. No puedo evitar reírme, pero noto que soy el único. Como conozco a la gente, disimulo la risa y miro al que está sentado junto a mí con cara de reprobación.
Durante casi dos horas se tiran los trastos a la cabeza, básicamente por la mierda de alumnos que tienen, que parece ser que son más mierda que alumnos y que puede que ni como jabón puedan contribuir a la sociedad. Sale a relucir una lista de nombres con algunas de los buques insignia de lo quillaco, al parecer macarras doctorados, jóvenes promesas de la delincuencia, algún rookie incluso a debutado en las mayor league, a los que todos conocen. Rezo para que no hagan 3 o 4 ESO y estén en lo que ellos llaman el "grupo taller".
La conclusión es que más de la mitad de los alumnos se han marchado del instituto gracias a la fama que ahora tiene el instituto, y la mitad del claustro culpa a la ineptitud de la directiva y la otra mitad dice que no se podía hacer nada.
La otra hora se pierde en algo más típico, decidir los días de fiesta. No puedo evitar recordar con pena los aburridos claustros de mi antiguo instituto, que versaban sobre las tareas a realizar y no todo lo que no se puede hacer por culpa del alumnado.

Tutor II Reunión de nuevos profesores

Unos días más tarde logro averiguar cuando será la reunión de departamento, e incluso veo la convocatoria de una reunión para nuevos profesores.
Como una imagen vale más que mil palabras, la mejor manera de describir la reunión de nuevos profesores es ver este vídeo en el minuto 5, además en la biblioteca me sentía como el teniente.

Tutor

La verdad es que no sé muy bien por dónde empezar como bien dice el titulo de este post ahora soy TUTOR de un 3 ESO.
Pero para poder contar esta historia en todos sus matices hay que remontarse unas semanas atrás ( Lolo ya habrá dejado de leer ).
Al publicar las listas de interinos, contra todo pronóstico un tipo elige la plaza de profesor de programación de Inca a la que le yo aspiraba, una plaza que implica trabajarse las clases y un cierto grado de responsabilidad ya que los alumnos son mayorcitos como para ir perdiendo el tiempo.
Las primeras pesquisas indican que (y cito) “ este tipo es un vago y vive del cuento en la Consellería, dejará libre la plaza”.
Tras un tiempo prudencial y viendo que la plaza sigue ocupada me pongo en contacto con el interfecto, y con el jefe de departamento para ver qué sucede. El jefe de departamento me dice que lo ha visto y que le ha confesado que no tiene mucha idea de programar y que se quiere ir a la Conselleria. Con estos datos en la mano y haciéndome ilusiones se me ocurre ponerme en contacto con él para ver si agiliza los trámites puesto que pronto me llamarán para lo de las plazas y si todavía está sin liberar no la podré escoger (iluso de mí).
Me pongo en contacto con el interfecto que efectivamente me confirma los datos acerca de sus habilidades y desde luego deja entrever su poco interés en trabajarse las clases, no obstante me empiezan a caer los huevos al suelo cuando la conversación tiene fragmentos como este
Yo-¿Pero tú tienes idea de programar?
El Imbécil- No… (pausa dramática)… pero es que este instituto me pilla muy cerca de mi casa.
….
Yo-Pero… tendrás que preparar las clases, esto no es como dar matemáticas en ESO, esta plaza no la quieren ni los informáticos porque implica trabajo. Además si lo haces con el culo, te puedes cargar un curso de FP de grado superior que es gente que ya tiene los huevos pelados y no están para perder el tiempo…
El Imbécil- Ummmhh…. Si… ya… (verborrea no es su segundo nombre) es que… me pilla muy cerca de casa… además me voy media jornada a la Conselleria y la media jornada que me quedo ya me darán unos apuntes o algo… no dejarán que se hunda el curso.
En definitiva tras dos horas de conversación, sólo saco en claro que
a) Vive cerca de Inca
b) Se la suda no tener ni idea de la asignatura que tiene que dar
c) Directamente renunciará a la mitad de la plaza para ir a la Conselleria, donde me admite luego, que no da un palo al agua, y de hecho muchas veces ni tiene que ir.
Con este espantoso horizonte a la vista recibo la llamada de los que asignan plazas en la Conselleria con todavía un rayo de esperanza, un atisbo de fe en mi Fortuna, ya que la plaza de otro amigo que también es de informática queda liberada. Pero claro con el funcionariado hemos ido a topar, a pesar de que hace varias semanas que el chico ha informado de la vacante y de que de hecho ya está trabajando en otro sitio, cuando recibo la llamada resulta que no les consta ninguna plaza de informática… la madre que los parió a todos… y me empieza a dictar por teléfono la lista de plazas que si tienen disponibles.
En un proceso transparente y claro como pocos, en que después de dictarme varias plazas, luego me dice:
”…huy… no que está no… espera creo que tengo otra por aquí… “
y tras asegurarme que no está la que yo le digo ( con toda la credibilidad que puedan tener )… finalmente me toca ( porque es que ha sido como una lotería ) Tecnología en un instituto de Palma.
Pienso bueno, podrá ser peor, podría ser georgiano.
El mismo día me presento en el susodicho instituto en Palma, me intento consolar con argumentos como que gastaré menos en gasolina, no tendré que preparar clases…
Nada más llegar ya me recorre un mal pálpito cuando veo a un guardia de seguridad en la puerta… joder… mal vamos…
Respecto al resto del Instituto digamos que se lo podrían llevar piedra a piedra a una aldea remota del Senegal y los niños se negarían a entrar a dar clase.
Cinco minutos con el director y me lo empiezo a ver venir, es una gran bola de mierda, la oigo como va rodando por ese lúgubre pasillo mal iluminado, va rompiendo las baldosas, lenta e inexorablemente viene…
Y llega en forma de departamento de Tecnología… no sé si voy a encontrar las palabras que hagan justicia…
Me presentan a mi compañero de departamento, que muy amablemente me enseña lo que ellos denominan el “taller de Tecnología”, pero que si no fuera por sus indicaciones yo hubiera pensado que era donde tiran la basura los de electrónica.
El “taller” en una sala en un semisótano atiborrada de maquinas de carpintería y tableros de electrónica cubiertos por metro y medio de polvo, que claramente hace muchos años que nadie desentierra, no hablemos de encenderlas o usarlas. Mientras me estoy preguntando el motivo por el que la señora de la limpieza se negó hace algunos años a entrar a limpiar, vamos paseando mientras me va dando indicaciones sobre la maquinaria allí acumulada:
“ este osciloscopio no funciona, este torno no funciona, este tablero de puertas lógicas… no funciona… “
y así hasta llegar a una puerta al que hay al fondo que me advierte que no tengo que abrir porque ese cuarto está repleto de cucarachas (que asumo que si funcionan)
Cojonudo voy a dar clase en un estercolero…
Tras el paseo de cortesía intentamos infructuosamente buscar al jefe de Departamento… una vez queda claro que no está, le llama por teléfono advirtiéndome que lo más probable es que no responda si ve que es el número de la sala de profesores. Pero responde y una voz lacónica y desganada me dice que ya nos veremos en la reunión de departamento, de la que tendré noticia cuando pongan un cartel anunciándola.
El otro profesor aparentemente satisfecho del logro (casi proeza creo) de contactar con el jefe el primer día de trabajo me ayuda tan amable como infructuosamente a buscar un libro de texto del curso que debo dar, luego me muestra la sala de ordenadores ( donde debo dar un tercio de mis clases ). Supongo que a estas alturas describir la sala sería perder el tiempo, si alguien alguna vez ha visto esas fotos de las oficinas de google, se puede hacer una idea de cómo es esto, es la matriz inversa de esa foto.
Reúno valor y enciendo uno para ver que tal están,
Arranca… logo XP…pantalla de usuario & contraseña… se acabó el viaje no la conoce…
Como dato me quedo con que son 12 ordenadores grises y uno negro ( ya es algo, no me voy de vacio ) cada uno de su padre y de su madre, con pinta todos de ser mayores de edad, a alguno creo que hasta le denegarían el “Carnet Jove”.
Y aquí acaba la visita.

30 de agosto de 2008

La Columna del Odio de Mariano José de Larra

El Duende Satírico

Mariano José de Larra

Neque enim notare singulos mens est mihi,
verum ipsam vitam et mores hominum ostendere.
Phaedr. Fab. Pról. I. III.

No sé en qué consiste que soy naturalmente curioso; es un deseo de saberlo todo que nació conmigo, que siento bullir en todas mis venas, y que me obliga más de cuatro veces al día a meterme en rincones excusados por escuchar caprichos ajenos, que luego me proporcionan materia de diversión para aquellos ratos que paso en mi cuarto y a veces en mi cama sin dormir; en ellos recapacito lo que he oído, y río como un loco de los locos que he escuchado.
Este deseo, pues, de saberlo todo me metió no hace dos días en cierto café de esta corte donde suelen acogerse a matar el tiempo y el fastidio dos o tres abogados que no podrían hablar sin sus anteojos puestos, un médico que no podría curar sin su bastón en la mano, cuatro chimeneas ambulantes que no podrían vivir si hubieran nacido antes del descubrimiento del tabaco: tan enlazada está su existencia con la nicociana, y varios de estos que apodan en el día con el tontísimo y chabacano nombre de lechuguinos, alias, botarates, que no acertarían a alternar en sociedad si los desnudasen de dos o tres cajas de joyas que llevan, como si fueran tiendas de alhajas, en todo el frontispicio de su persona, y si les mandasen que pensaran como racionales, que accionaran y se movieran como hombres, y, sobre todo, si les echaran un poco más de sal en la mollera.
Yo, pues, que no pertenecía a ninguno de estos partidos, me senté a la sombra de un sombrero hecho a manera de tejado que llevaba sobre sí, con no poco trabajo para mantener el equilibrio, otro loco cuya manía es pasar en Madrid por extranjero; seguro ya de que nadie podría echar de ver mi figura, que por fortuna no es de las más abultadas, pedí un vaso de naranja, aunque veía a todos tomar ponch o café, y dijera lo que dijera el mozo, de cuya opinión se me da dos bledos, traté de dar a mi paladar lo que me pedía, subí mi capa hasta los ojos, bajé el ala de mi sombrero, y en esta conformidad me puse en estado de atrapar al vuelo cuanta necedad iba a salir de aquel bullicioso concurso.
Se hablaba precisamente de la gran noticia que la Gaceta se había servido hacernos saber sobre la derrota naval de la escuadra turcoegipcia. Quien decía que la cosa estaba hecha: «Esto ya se acabó; de esta vez, los turcos salen de Europa», como si fueran chiquillos que se llevan a la escuela; quien opinaba que las altas potencias se mirarían en ello, y que la gran dificultad no estaba en desalojar a los turcos de su territorio, como se había creído hasta ahora, sino en la repartición de la Turquía entre los aliados, porque al cabo decía, y muy bien, que no era queso; y, por último, hubo un joven ex militar de los de estos días, que cree que tiene grandes conocimientos en la estrategia y que puede dar voto en materias de guerra por haber tenido varios desafíos a primera sangre y haberle favorecido en no sé qué encrucijada con un profundo arañazo en una mano, no sé si Marte o Venus; el cual dijo que todo era cosa de los ingleses, que era muy mala gente, y que lo que querían hacía mucho tiempo era apoderarse de Constantinopla para hacer del Serrallo una Bolsa de Comercio, porque decía que el edificio era bastante cómodo, y luego hacerse fuertes por mar.
Pero no le parezca a nadie que decían esto como quien conjetura, sino que a otro que no hubiera estado tan al corriente de la petulancia de este siglo le hubieran hecho creer que el que menos se carteaba con el Gran Señor o, por el pronto, que tenía espías pagados en los Gabinetes de la Santa Alianza; riendo estaba yo de ver cómo arreglaba la suerte del mundo una copa más o menos de ron, cuando un caballero que me veía sin duda fuera de la conversación y creyó que el desprecio de las opiniones dichas era el que me hacía callar, creyéndome de su partido se arrimó con un tono tan misterioso como si fuera a descubrirme alguna conjuración contra el Estado, y me dijo al oído, con un aire de importancia que me acabó de convencer de que también estaba tocado de la politicomanía:
–No dan en el punto, amigo mío; un niño que nació en el año II, y que nació rey, reinará sobre los griegos; las potencias aliadas le están haciendo la cama para que se eche en ella: desengañémonos (como si supiera que yo estaba engañado): el Austria no podrá ver con ojos serenos que un nieto suyo permanezca hecho un particular toda su vida. ¿Qué tal? –Como quien dice: ¿he profundizado? ¿He dado en el blanco?
Yo le dije que sí, que tenía razón, y, efectivamente, yo no tenía noticia alguna en contrario ni motivo para decirle otra cosa, y aun si no se hubiera separado de mí tan pronto, y con tanta frialdad como interés manifestó al acercarse, le hubiera aconsejado que no perdiese momentos y que hiciese saber sus intenciones a las altas potencias, las que no dejarían de tomarlas en consideración, y mucho más si, como era muy factible, no les hubiera ocurrido aún aquel medio tan sencillo y trivial de salir de rompimientos de cabeza con la Grecia.
Volví la cabeza hacia otro lado, y en una mesa bastante inmediata a la mía se hallaba un literato; a lo menos le vendían por tal unos anteojos sumamente brillantes, por encima de cuyos cristales miraba, sin duda porque veía mejor sin ellos, y una caja llena de rapé, de cuyos polvos, que sacaba con bastante frecuencia y que llegaba a las narices con el objeto de descargar la cabeza, que debía tener pesada del mucho discurrir, tenía cubierto el suelo, parte de la mesa y porción no pequeña de su guirindola, chaleco y pantalones. Porque no quisiera que se me olvidase advertir a mis lectores que desde que Napoleón, que calculaba mucho, llegó a ser emperador, y que se supo podría haber contribuido mucho a su elevación el tener despejada la cabeza, y, por consiguiente, los puñados de tabaco que a este fin tomaba, se ha generalizado tanto el uso de este estornudorífico, que no hay hombre, que discurra que no discurra, que queriendo pasar por persona de conocimientos no se atasque las narices de este tan precioso como necesario polvo. Y volviendo a nuestro hombre:
–¿Es posible –le decía a otro que estaba junto a él y que afectaba tener frío porque sin duda alguna señora le había dicho que se embozaba con gracia–, es posible –le decía mirando a un folleto que tenía en las manos–, es posible que en España hemos de ser tan desgraciados o, por mejor decir, tan brutos?
En mi interior le di las gracias por el agasajo en la parte que me toca de español, y siguió–: Vea usted este folleto.
–¿Qué es?
–Me irrito; eso es insufrible –y se levantó y dio un golpe tremendo en la mesa para dar más fuerza a la expresión; golpe que hubiera sido bastante a trastornar todos los vasos si alguno hubiera habido.
Mirele de hito en hito, creyéndole muy interesado en alguna desgracia sucedida o un furioso digno de atar por no saber explicarse sino a porrazos, como si los trastos de nadie tuviesen la culpa de que en Madrid se publiquen folletos dignos de la indignación de nuestro hombre.
–Pero, señor don Marcelo, ¿qué folleto es ése, que altera de ese modo la bilis de usted?
–Sí, señor, y con motivo; los buenos españoles, los hombres que amamos a nuestra patria, no podemos tolerar la ignominia de que la cubren hace muchísimo tiempo esas bandadas de seudoautores, este empeño de que todo el mundo se ha de dar a luz, ¡maldita sea la luz! ¡Cuánto mejor viviríamos a oscuras que alumbrados por esos candiles de la literatura!
Aquí, todo el mundo reparó en la metáfora; pero nuestro hombre, que se creyó aplaudido tácitamente, y seguro de que su terminillo había tenido la felicidad de reasumir toda la atención de los concurrentes, prosiguió con más entereza:
–Jamás, jamás he leído cosa peor; abra usted, amigo, abra usted, la primera hoja; lea usted: «Carta de las quejas que da el noble arte de la imprenta, por lo que le degrada el señor redactor del Diario de Avisos». ¿Qué dice usted ahora?
–Hombre, la verdad: el objeto me parece laudable, porque yo también estoy cansado del señor diarista.
–Sí, señor, y yo también; no hay duda que el señor diarista da mucho pábulo a la sátira y a la cólera de los hombres sensatos; pero si el diarista, con su malísima impresión y sus disparatados avisos, degrada la imprenta, no sé qué es lo que hace el señor S.C.B. cuando emplea ese noble arte en indecencias como las que escribe; lea usted y verá el cuarto o quinto renglón «todo el auge de su esplendor», el sueldo de inválidas que deben gozar las letras, gracia que después nos repite en verso, el país de los pigmeos, los ojos de linces, el anteojo de Galileo para estrellas, los tatarabuelos de las letras, y otras mil chocarrerías y machadas, tantas como palabras, que ni venían al caso ni han hecho gracia a ningún lector, y que sólo prueban que el que las forjó tenía la cabeza más mal hecha que la peor de sus décimas, si es que hay alguna que se pueda llamar mejor; pues entre usted luego... vamos... yo me sofoco... El muy prosaico, ¿pues no se le antoja decir, después de habernos malzurcido un mediano pedazo de grana ajeno entre sus miserables retales, que tiene comercio con las musas, cuando en el Parnaso no le querrían ni para limpiar las inmundicias del Pegaso, no le darían entrada ni aun para recibir sus bien merecidas coces, y nos regala por muestra una cadena de décimas que no tienen más de verso que el estar partidos los renglones, y, después de mil insulseces y frías necedades, le da por imitar al señor Iriarte en el malísimo gusto de sus décimas disparatadas, como si tuviesen algo que ver los delirios de una cabeza enferma con la indolencia del señor diarista; y no ha leído la primera página del arte poética de Horacio, que hasta los chicos saben de memoria, donde hubiera visto retratado su plan antes de escribirle tan descabelladamente, que no parece sino que se hicieron aquellos versos después de haber leído el folleto, aunque tengo para mí que si el señor Horacio hubiera sabido que tales hombres habían de escribir con el tiempo tales cosas, no la hubiera hecho, porque no está la miel para... etcétera, y ¿hay quien haya dado cerca de un real (ocho cuartos, treinta y dos maravedís) por tal sarta de sandeces? ¿Por qué no le han de volver a uno su dinero? Señores, no puedo más: o ese hombre tiene mala la cabeza, o nació sin ella.
Aquí, el hombre pensó echar los bofes por la boca, y yo me lo temí cuando le interrumpió el que estaba con él.
–Efectivamente, señor don Marcelo, y yo, si fuera usted, escribiría contra esos folletistas y les cardaría las liendres muy a mi sabor.
–¿Qué dice usted? ¿Merece acaso ese hombre que se hable de él en letras de molde? Eso sería, como él dice, degradar aún más que él y el diarista el arte de la imprenta; además, que si yo me pusiera a escribir, ¿dónde habría papel? Pues qué, ¿es el único que merece semejante tratamiento? Hace mucho tiempo que nos infestan autores insulsos; digo, pues, la leccioncita de modestia... Y, vamos, que siquiera allí hay gracias, hay sales de trecho en trecho; es verdad que, como dice Virgilio, sin que parezca ganas de citar, apparent rari nantes in gurgite vasto. Sí, señor, pocas, pero las hay; también hay majaderías; tan pronto dice que no vale nada la comedia, como que es buena; las décimas son poco mejores que las del antidiarista; y, sobre todo, señores, yo no puedo ver con serenidad que haya hombres tan faltos de sentido que se empeñen en hacer versos, como si no se pudiera hablar muy racionalmente en prosa; al menos, una prosa mala se puede sufrir; pero, en materia de verso, lean lo que dice Boileau:
Il est dans tout autre art des degrés différents,
on peut avec honneur remplir les seconds rangs,mais dans l'art dangereux de rimer et d'écrireil n'est point de degré du médiocre au pire.
Y siguió:
–Si yo escribiera no dejaría tampoco en paz al autor del Clavel histórico de mística fragancia, o ramillete de flores cogido en el jardín espiritual en el día de San Juan, etc., siquiera por el título estrafalario, por esa hinchada e incomprensible metáfora, que hace cabeza de tanto disparate; y dale que ha de ser en verso, y que hasta los animales van a hablar en verso; y el autor petulante de la tragedia de Luis XVI. ¿Qué bien viene aquí el Quid feret...? de Horacio! ¿Se ha visto nunca modo más arrogante de alabarse a sí mismo en un cartel que forra los edificios de media calle?, y ¿para qué?, para producir versos prosaicos y una tragedia soporífera que debía hallarse en todas las boticas en lugar de opio; no digo nada, el de Orruc Barbarroja, cuyo autor se nos ha querido vender, y no menos petulantemente, por segundo Homero, con decir que es ciego; eso es una lástima; lo siento mucho; pero ¿qué culpa tienen las musas para que las asiente palos talmente de ciego? Pues ¿qué le parece a usted de otro título? No hace mucho tiempo que iba yo por la calle, pensando en cosa de muy poco valor, cuando levanto la cabeza y me hallo con un cartelón más grande que yo, que decía, con unas letras que dificulto se puedan escribir mayores: El té de las damas. ¿Querrán ustedes creer lo que voy a decir? Precisamente yo tengo una mujer demasiado afectada del histérico, y como este mal es tan común en las señoras, vea usted que el deseo mismo me hizo consentir en que sería alguna medicina para algún mal de las mujeres; de modo que me puse tan contento, creyendo haber encontrado la piedra filosofal, y sin leer más, ni dónde se vendía siquiera, pensando hallarlo en los cafés, me dirigí al primero que encontré, interiormente regocijado de ver los adelantos que hace la Medicina; pregunté por un té que acababa de descubrirse, exclusivamente para las señoras; respondiome el mozo: «Señor, yo le sacaré a usted té; pero hasta la presente, el que tenemos en estas casas puede servir, y ha servido siempre, para señoras y para caballeros». Creí, pues, hallarlo en alguna lonja, donde se rieron en mis hocicos; salí de aquí, y me sucedió otro tanto en una droguería, en una botica, y, por último, desesperado de encontrarlo, volví a mi cartel y distinguí, ¡necio de mí!, con la mayor admiración, que era un libro. ¡Oh, cabeza redonda, exclamé, la que produjo este título! En España, donde las señoras ni toman té, si no es cuando se desmayan y no hay por casualidad a mano manzanilla, flores cordiales, salvia o cosa semejante de las que dicen que son buenas para tales casos, ni, por consiguiente, hablan reunidas al tomarle; pues ya que quería poner un título de cosa de comer o de beber, ¿por qué no dijo El chocolate de las damas? ¡Como si fuera preciso que para hablar unas señoras estuviesen tomando algo! ¡Pues no andan por ahí mil títulos rodando, que, a lo menos, no hacen reír y no puede equivocarse lo que pueda dar de sí la obra, como Tertulias en Chinchón, Noches de invierno, y caso que fuese para hablar de personas muertas, llamáralas primero Tertulias en los infiernos o Noches en el otro mundo, y no El té de las damas, título que, después de habernos abierto el apetito, nos deja con una cuarta de boca abierta!
»Pues qué, ¿le parece a usted que si yo me pusiera a escribir dejaría a nadie en paz? No, señor; tengo ya llenas las medidas; y volviendo a la "Carta", mire usted un asunto tan bonito, si podía haber criticado al señor diarista el no pasar la vista por los anuncios que le dan, para redactarlos de modo que no hagan reír, como cuando nos dice que se venden "zapatos para muchachos rusos", "pantalones para hombres lisos", "escarpines de mujer de cabra" y "elásticas de hombre de algodón". Cuando anuncia que el sombrerero Fulano de Tal, deseando acabar cuanto antes con su corta existencia, se propone dar sus sombreros más baratos; que "una señora viuda quisiera entrar en una casa en clase de doncella, y que sabe todo lo perteneciente a este estado". Y hay más; aquí creo que he de traer una apuntacioncita que he tenido la curiosidad de hacer de varios avisos; lean ustedes:
«El lunes 8 del corriente, por la tarde, se perdió un librito encuadernado en papel de poesías alemanas, titulado Charitas. 20 de octubre.»
«En la posada de la Gallega Vieja, Red de San Luis, número 20, hay un coche que caben seis asientos para Vitoria, Bilbao, Bayona, etc.: 8 de noviembre.»
«En la calle del Baño, número 16, cuarto segundo, se venden desde hoy hasta el 12 del corriente, desde las diez de la mañana hasta el anochecer, pinturas originales de los pintores más clásicos y de varios tamaños, a precios equitativos.»
«Un matrimonio sin hijos, que saben servir perfectamente bien, y tienen quien les abonen, desean colocarse con un sacerdote u otros cualesquiera señores. 4 de octubre.»
«El día 2 del corriente se han perdido unos papeles desde la calle del Carmen hasta la iglesia del Buen Suceso, que contienen unas fees de matrimonio y bautismo de las parroquias de Santa Cruz y San Ginés.»
«El miércoles 10 del corriente se extraviaron del palco bajo número 8, en el teatro de la Cruz, unos anteojos dobles, su autor Lemiere, metidos en una caja de tafilete encarnado. 16 de octubre.»
«Se venden medias negras inglesas de estambre lisas, de hombre y mujer de superior calidad. Ídem.»
«Y sería nunca acabar; esto sólo es de octubre y noviembre. Lo del dinero está bien criticado, que yo también he tenido que poner algún aviso que otro y lo sé por mí, que no me lo han contado; y aunque no me duele el dinero cuando es preciso gastarlo, no hallo la razón por qué he de mantener con mi sueldo al señor diarista, y que el tal señor se quede riendo de mí y de cuantos tenemos la desgracia de haber perdido lo que nos hacía falta.
–Dice usted muy bien, señor don Marcelo; ha hablado usted mucho y muy bueno.
–¡Oh, si hablo! Y dijera más si no me llamase mi obligación. (Esto dijo levantándose y sacando el reloj, y yo me hubiera alegrado que hubiera apuntado con una hora de adelanto, que ya me dolía la cabeza, al paso que me gustaba aquel hombre estrepitoso.) Amo –siguió–, amo demasiado a mi patria para ver con indiferencia el estado de atraso en que se halla; aquí nunca haremos nada bueno... y de eso tiene la culpa... quien la tiene... Sí, señor... ¡Ah! ¡Si pudiera uno decir todo lo que siente! Pero no se puede hablar todo... no porque sea malo, pero es tarde y más vale dejarlo... ¡Pobre España!... Buenas noches, señores.
Entre paréntesis, y antes que se me olvide, debo prevenir que la misma curiosidad de que hablé antes me hizo al día siguiente indagar, por una casualidad que felizmente se me vino a las manos, quién era aquel buen español tan amante de su patria, que dice que nunca haremos nada bueno porque somos unos brutos (y efectivamente que lo debemos ser, pues aguantamos esta clase de hipócritas); supe que era un particular que tenía bastante dinero, el cual había hecho teniendo un destino en una provincia, comiéndose el pan de los pobres y el de los ricos, y haciendo tantas picardías que le habían valido el perder su plaza ignominiosamente, por lo que vivía en Madrid, como otros muchos, y entonces repetí para mí su expresión «¡Pobre España!».
Y volviendo a mi café, levanteme cansado de haber reunido tantos materiales para mi libreta; pero quise echar un vistazo, antes de marcharme, por varias mesas: en una de ellas se hallaba un subalterno vestido de paisano, que se conocía que huía de que le vieran, sin duda porque le estaba prohibido andar en aquel traje, al que hacían traición unos bigotes que no dejaba un instante de la mano, y los torcía, y los volvía a retorcer, como quien hace cordón, y apenas dejaba el vaso en el platillo cuando acudía con mucha prisa a los bigotes, como si tuviese miedo de que se le escapasen de la cara; hablaba en tono bastante bajo y como receloso de que le escucharan, aunque estaba en un rincón bastante retirado con una que parecía joven, y en cuyo examen no me quise detener mucho porque me hice prudentemente el cargo de que sería prima suya o cosa semejante.
Otro estaba más allá, afectando estar solo con mucho placer, indolentemente tirado sobre su silla, meneando muy deprisa una pierna sin saber por qué, sin fijar la vista particularmente en nada, como hombre que no se considera al nivel de las cosas que ocupan a los demás, con un cierto aire de vanidad e indiferencia hacia todo, que sabía aumentar metiéndose con mucha gracia en la boca un enorme cigarro, que se quemaba a manera de tizón, en medio de repetidas humaradas, que más parecían salir de un horno de tejas que de boca de hombre racional, y que, a pesar de eso, formaba la mayor parte de la vanidad del que le consumía, pues le debía haber costado el llenarse con él los pulmones de hollín más de un real.
Aparteme de él porque me fastidian los hombres vanos y no tenía gana de que me sofocara el humo que despedía; y en otra mesa reparé en otra clase de tonto que compraba los amigos que le rodeaban a fuerza de sorbetes, pagaba y bebía por vanidad, y creía que todos aquellos que se aprovechaban de su locura eran efectivamente amigos, porque por cada bebida se lo repetían un millón de veces; le habían hecho creer que tenía mucho talento, soltura, gracia, etcétera, y de este modo le hacían hacer un papel ridículo; él no conocía que nunca se granjea sino enemigos el que ofende el amor propio de los demás haciendo siempre el gasto, porque no hay uno que no quiera hallarse en el caso de hacerle para dar a los demás en cara; y como ésta es una situación envidiable, porque todos quieren ajar a los otros, sólo engendra odio hacia aquel que de este modo nos insulta, aunque saquemos partido por el pronto de su largueza; ni preveía que el día en que se le acabara el dinero serían aquellos mismos los primeros a ridiculizarle, a reírse en sus bigotes y a no hacerle más caso que si nunca le hubieran conocido. Vi que hacía ostentación de despreciar la vuelta que el mozo le dio, al mismo tiempo que una pobre anciana se le acercaba, pidiéndole alguno de aquellos cuartos que tanto despreciaba; y, efectivamente, vi que creyó cumplir con lo que debe a la humanidad el que tiene dinero, regalándola con un seco y repetido «Perdone usted, hermana»; y dándola un empellón al levantarse, añadió: «Vamos; ya se habrá empezado la sinfonía, y en esta ópera es preciso sacar todo el jugo posible a los doce reales y dos cuartos. También es desgracia que haya tanto pobre; a mí me parte el corazón; por todas partes no halla usted sino pobres».
Al fin, dije para mí, el otro tenía la cabeza huera, pero éste tiene el corazón en la lengua.
Púseme a mirar en seguida con bastante atención a otro mozalbete muy bien vestido, cuya fisonomía me chocó, y el mozo, que gusta de hablar a veces conmigo porque le suelo dar algunos cuartos siempre que tomo algo, y que conoce mi curiosidad, se acercó y me dijo:
–¿Está usted mirando a aquel caballero?
–Sí, y quisiera saber quién es.
–Es un joven, como usted ve, muy elegante, que viene a tomar todos los días café, ponche, ron en abundancia, almuerzos, jamón, aceitunas; que convida a varios, habla mucho de dinero y siempre me dice, al salir, con una cara muy amistosa y al mismo tiempo de imperio: «Mañana le pediré a usted la cuenta», o «pasado mañana te daré lo que te debo». Hace ya medio año que sucede esto; yo, todavía no he visto la cruz a la moneda, y le busco, y le hablo, y nada, no consigo nada, y lo peor es que tiene uno más vergüenza que él, porque no me atrevo a decirle: «Págueme usted, o no le sirvo», y resulta que se luce con mi bolsillo; ¡oh!, y si fuera el único; pero hay muchos que, a trueque de conde, marqués, caballero, y a la capa de sus vestidos, nunca pagan si no es con muy buenas palabras. Y ¿qué ha de hacer usted?
–¡Bravo! ¿Y aquel otro que está ahora hablando con él?
–Sí, señor, ya sé... aquel, ¿eh?... Si supiera usted; sólo a usted se lo diría; pero, de todos modos, no le diré cómo se llama, ni quién es, que aunque usted me ve de mozo de café, también tengo mi poquito de miramiento y no quiero ajar la opinión de nadie.
–Diga usted, que si él no cuida de la suya, ¿por qué se la ha de conservar usted, importándole mucho menos?
–Pues aquel sujeto, ahí donde usted le ve tan bien vestido, suele traerme los días que hay apretura para ver la ópera algunos billetes, que le vendo por una friolera: al duplo o al triplo, según es aquélla; da una gratificación por una o dos docenas a quien se las proporciona a poco más del justo precio, y viene a sacar veinte, cuarenta o sesenta reales en luneta; estoy seguro que la Semíramis le ha valido más de tres onzas; luego suena que yo soy el vendedor, porque saca con mi mano el ascua, y él gana mucho y no pierde su opinión, y yo, de quien dicen que no la tengo porque se le figura a la gente que un hombre mal vestido o que sirve a los otros por precisión está dispensado de tener honor, gano poco de dinero y no gano nada en crédito.
En esto salía yo ya, y al pasar por un pasillo me quedaba todavía que observar; tuve que hacer la vista gorda porque un mozo, creyendo que nadie le veía, estaba echando un poco de agua en una cafetera de leche, sin duda para quitarle la parte mantecosa, que siempre fastidia al paladar; y al tiempo de salir de un billar contiguo, que atravesé con mucha prisa por el humo del tabaco, la bulla y las malísimas trazas de los que pasan el día en dar tacazos a una bola al ronco y estrepitoso ruido del bombo, acompañado del continuo gritar «El 1, el 2, etc.», y en herir los oídos de las personas sensatas con palabras tan superfluas como indecentes, tropecé, por desgracia, con un buen hombre a quien los años no dejan andar tan de prisa como él quisiera, y que, a pesar de eso, sé yo que no deja de ir hace la friolera de unos cuarenta años a su partida de billar o a ser espectador de la de los demás cuando el pulso no le permite jugar a él mismo; el tropezón fue fuerte por su natural torpeza, y no pude menos de exclamar, en la fuerza del dolor: «¿A qué vendrán estos hombres, cargados con tantos años como vicios, al billar, como si no hubiera iglesias en Madrid, o no tuviesen casa y mujer, sobrina o ama de quien despedirse para la otra vida?»
Seguí quejándome hasta mi casa, sin ninguna gana de reír de mis observaciones como otros días, aunque siempre convencido de que el hombre vive de ilusiones y según las circunstancias, y sólo al meterme en la cama, después de apagar mi luz, y al conciliar el sueño, confesé, como acostumbro: «Éste es el único que no es quimera en este mundo».

26 de febrero de 1828

26 de agosto de 2008

Formentera

Crónica fotográfica











La Metamorfosis



No es sólo que se que vaya al Carrefour, hay más.

22 de agosto de 2008

Historias de Arda

South Park y la Última Alianza (Gil-Kong)




La Batalla de Fingolfin y Morgoth
"
Llegó entonces a Hithlum la nueva de la caída de Dorthonion y la derrota de los hijos de Finarfin y el exilio de los hijos de Fëanor, expulsados de sus tierras. Entonces vio Fingolfin lo que era para él la ruina total de los Noldor, y la derrota de sus casas más allá de toda recuperación; y lleno de desesperación y de furia, montó a Rochallor, su gran caballo, y cabalgó solo sin que nadie pudiera impedírselo. Atravesó Dor—nu—Fauglith como un viento entre el polvo, y aquellos que alcanzaban a verlo pasar huían azorados, creyendo que había llegado el mismo Oromë; porque corría dominado por una cólera enloquecida, y los ojos le brillaban como los ojos de los Valar. Así pues, llegó solo a las puertas de Angband, e hizo sonar su cuerno, y golpeó una vez más las puertas de bronce, y desafió a Morgoth a un combate singular. Y Morgoth salió.

Esa fue la última vez durante esas guerras que Morgoth cruzó las puertas de su fortaleza, y se dice que no aceptó el desafío de buen grado; porque aunque su poder era mayor que todas las cosas de este mundo, sólo él entre los Valar conocía el miedo. Pero no podía negarse a aceptar el desafío delante de sus propios capitanes; pues la aguda música del cuerno de Fingolfin resonaba en las rocas, y su voz llegaba penetrante y clara hasta las profundidades de Angband; y Fingolfm llamó a Morgoth cobarde y señor de esclavos. Por lo tanto Morgoth salió, subiendo lentamente desde el trono profundo, y el sonido de sus pisadas era como un trueno bajo tierra. Y salió vestido con una armadura negra; y se erguía ante el Rey como una torre coronada de hierro y el vasto escudo, negro y sin blasón, arrojaba una sombra de nubes tormentosas. Pero Fingolfm brillaba debajo como una estrella; porque la cota de malla era de hilos de plata entretejidos, y en el escudo azul llevaba cristales incrustados; y desenvainó la espada, Ringil, que relució como el hielo.

Entonces Morgoth esgrimió el Martillo de los Mundos Subterráneos, llamado Grond, lo alzó bruscamente, y lo hizo caer como un rayo de tormenta. Pero Fingolfin saltó a un lado, y Grond abrió un gran boquete en la tierra, de donde salían humo y fuego. Muchas veces intentó Morgoth herirlo y otras tantas Fingolfm esquivó los golpes, como relámpagos lanzados desde una nube oscura; e hirió a Morgoth con siete heridas, y siete veces lanzó Morgoth un grito de angustia, mientras los ejércitos de Angband caían de bruces consternados, y el eco de los gritos resonaba en las Tierras Septentrionales.

Pero por fin el Rey se fatigó, y Morgoth lo abatió con el escudo. Tres veces cayó el Rey de rodillas y tres veces se volvió a levantar con el escudo roto y el yelmo mellado. Pero la tierra estaba desgarrada en boquetes todo alrededor, y el Rey tropezó y cayó de espaldas ante los pies de Morgoth; y le puso Morgoth el pie izquierdo sobre el cuello, y el peso era como el de una montaña derrumbada. No obstante, en un último y desesperado intento, Fingolfin golpeó con Ringil y rebanó el pie, y la sangre manó negra y humeante y llenó los boquetes abiertos por Grond.

De este modo pereció Fingolfin, Rey Supremo de los Noldor, el mas orgulloso y valiente de los reyes Elfos de antaño. Los Orcos no se jactaron de ese duelo ante las puertas; ni tampoco lo cantan los Elfos, pues tienen una pena demasiado profunda. No obstante, la historia se recuerda todavía, porque Thorondor, Rey de las Águilas, llevó la nueva a Gondolin y a Hithlum, a lo lejos. Y Morgoth levantó el cuerpo del Rey Elfo y lo quebró, y se lo habría arrojado a los lobos; pero Thorondor se precipitó desde su nido en las cumbres de Crissaegrim, se lanzó sobre Morgoth y le desfiguró la cara. La embestida de las alas de Thorondor era como el ruido de los vientos de Manwë, y aferró el cuerpo con sus garras poderosas y elevándose de súbito por sobre los dardos de los Orcos, se llevó al Rey consigo. Y lo puso sobre ja cima de una montaña que daba desde el norte sobre el valle escondido de Gondolin; y Turgon construyó un alto túmulo de piedras sobre su padre. Ningún Orco se aventuró luego a pasar por el monte de Fingolfin ni se atrevió a acercarse a la tumba, hasta que el destino de Gondolin se hubo cumplido, y la traición apareció entre los suyos. Morgoth renqueó siempre de un pie desde ese día, y el dolor de las heridas no se le curó nunca y en la cara llevaba la cicatriz que Thorondor le había hecho.

Grande fue el duelo en Hithlum cuando se supo la caída de Fingolfin, y Fingon, lleno de aflicción, se convirtió en señor de la casa de Fingolfin y el reino de los Noldor; pero a su joven hijo Ereinion (que se llamó luego Gil-galad) lo envió a los Puertos."

11 de agosto de 2008

31 de julio de 2008

La Columna del Odio: PC City

"¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia."
(El Corazón Delator, Edgar Allan Poe)
Todo empezó un caluroso lunes 28 de julio, cuando yo y un amigo (y me pongo a mí delante porque suena mejor) veíamos tranquilamente Snatch en Cinetube. Al término de la tercera parte, y entrando ya en el clímax de la película, nos dimos cuenta horrorizados de que el sonido se había ido.
Nos miramos con caras de mudo temor, miramos la pantalla y la sucesión de imágenes mudas, como sacadas de El Gordo y el Flaco, pero sin esa horrible musiquilla de piano. Por fin, uno de nosotros rompe el silencio.
-¿Qué sucede?
No hay respuesta, sólo una pizca de satisfacción al comprobar que, en efecto, no nos hemos vuelto sordos. La opción no es mucho menos terrible.
Miramos de reproducir una canción en el Reproductor de Windows, y funciona, por lo que llegamos a la conclusión de que lo único que no se oye es Internet.
Reiniciamos, y resulta ser un error fatídico. Al volver en sí, el ordenador entero está tan mudo como Internet, y los altavoces no existen.
Es ésta una conclusión desacertada, pues los vemos. Están ahí, e incluso cuando alargo la mano para tocarlos y cerciorarme de que no son un holograma puedo sentir su tacto en las yemas de los dedos y un escalofrío que me recorre la columna.
El siguiente paso es mirar si están bien conectados, y al ver que así es, comprobamos su funcionamiento enchufando un reproductor portatil de MP3.
Funciona, y durante los siguientes días vivo a base de la música del reproductor portátil.
Hasta el día de hoy, aprovechando que un gentil amigo de mi abuelo, al verme, ha decidido, sin comerlo ni beberlo, regalarme 50 euros.
Al ver el billete mi corazón da un vuelco y late al ritmo desbocado de el tercer movimiento del Verano de Vivaldi.
A la tarde me preparo, me pongo mi MP3 con un casco roto, y camino hacia PC City con la esperanza (y estando aconsejado por mi primo) de comprarme una tarjeta de sonido externa.
Tras un cuarto de hora de caminata intensa, la enorme nave de PC City se alza sobre el horizonte como una gran caja de zapatos sobre el suelo de mi habitación. Al entrar en la caja de zapatos me siento como un forense que entra a una cámara mortuória, fría y esterilizada.
El único problema reside en que yo no voy a ver cosas bonitas, no, yo vengo a buscar una tarjeta de sonido, externa, para más señas, y la inmensidad del espacio, unida a mi miopía y que ese día no llevaba las gafas puestas hace que tenga que hacer un esfuerzo sobrehumano para no sentarme en el suelo.
En ese momento empieza la caza de camisas púrpura (aunque una parte de mí, una muy pequeña parte de mí, siempre pensará que eran violetas), y doy vueltas buscando, pero todas están ocupadas.
Por fin me encuentro con una camisa púrpura con pinta de mafioso italoamericano, que me dice que están en un pasillo justo al lado.
Luego, en lugar de indicarme el lugar exacto (valga la redundancia), se va a hablar con sus compañeros de trabajo.
Busco por ese pasillo y lo único que encuentro son nombres raros con etiquetas más raras aún.
Desisto y decido buscar otra camisa púrpura.
Me gro y veo una camisa púrpura. Una camisa púrpura que mí me quedaría como un vestido. Para que os hagáis una idea, estuve a punto de coger un teclado e intentar arponear a la camisa, mientras me imaginaba los gritos de '¡por ahí resopla!' y las protestas de alguna ONG cabrona.
Le pregunto por las tarjetas de sonido, y me dice que están 'por allí, en el tercer pasillo, donde pone tarjetas de sonido'. Ante este alarde de sentido común decido pasearme nuevamente a ver si tengo un poco más de suerte que el cerebro de esa chica.
Me llego a la sección de juegos, pero no me paro a mirar demasiado, porque tengo el presentimiento de que los 70 euros que llevo no van a ser suficientes.
Me encuentro con una camisa violeta con flequillo, y le pregunto por las tarjetas. El tío del flequillo sí me guía, al pasillo donde me envió el pequeño Luigi, hasta una sección que ponía 'Tarjetas de sonido', tal y como Moby Dick había auspiciado.
Me enseña dos, una que según oígo cuesta 34 euros y otra 99. No es difícil imaginar cuál escojo yo.
Me dirijo hacia la caja con la satisfacción del trabajo bien hecho, y cuál no es mi sorpresa al ver que esos 34 euros son, en realidad 59'99.
Sin levantar la vista le digo que por mí se puede meter el céntimo por donde le quepa.
Salgo de la caja de zapatos y una ola de sed y calor se me echa encima y decido gastarme los 10 euros en unos auriculares nuevos y algo para beber.
Cruzo la calle y me meto en el Carrefour. Allí les enseño la bolsa, y me dicen que la deje en consignas. Coy a la recepción, por creer que estaba ahí las consignas, y me dicen que la deje en consignas. Voy a las consignas, y necesito un euro suelto.
Voy a la caja, y pido cambio. Me envían a recepción.
En este momento un hilillo de humo negro se levanta sobre mi cabeza, y hago satar la alarma de incendios.
Dejo las cosas allí, y voy a comprar.
Unos auriculares ligeros que no cubren toda la oreja, se me caen, pero no llevo mucho más dinero), y voy en busca de las camisas que tengan en ese lugar para pedir agua fresca.
Por fin encuentro las camisas. ¿Agua fresca? No, pero hay zumo por ahí detrás (la chica hace una cara muy simpática, y decido no degollarla).
Dudo, y al final cojo esos zumos de Solán de Cabras donde dicen que en cada recipiente pequeñito hay una fruta. Cojo uno de manzana, y la manzana es más grande que el recipiente.
Pago (no sin un previo episodio de pánico al pensar que quizá no me bastaría), voy a las consignas y cojo la tarjeta.
Me siento en un banco, monto los cascos al MP3 y abro un botecito. En ese momento entiendo la publicidad de la fruta, y es que la compota que hay ahí dentro está tan pastosa que casi podría evadir las leyes de la gravedad durante el tiempo que se queda pegado al envase.
Es frustrante. Todo es frustrante.
Voy camino a casa. Me encuentro a unos amigos que me preguntan que qué se me ha perdido fuera de mi casa. Les replico que si no estan hoy demasiado sobriospara ser ellos, y se ríen.
El final de esta historia es digno de comedia barata, y se sucede al ver mi cara desencajada al darme cuenta de que faltan el cable USB y un CD de instalación para el XP.
Dáliva. Fin.

Cerdos y diamantes

"-No me gusta salir de mi país, y si lo hago es para ir a hermosas playas
de arena, con cócteles con sombreillitas así...
-Aquí también hay playas, Aby.
-¿Ah, sí? ¿Y quién coño quiere verlas? Escúchame bien, calvo de mierda..."
Hoy vengo a recomendar Snatch, la segunda película de Guy Ritchie y, en cierta manera, una especie de segunda parte de Lock & Stock (que también recomiendo).
Esta oyita (y nunca mejor dicho) es cine negro del bueno, con humor negro y, encima, ¡es inglesa! Cuestión, que no se puede llegar a pedir más de una película, y el guión es de lo mejorcito.
La historia está dividida en dos bandos, por un lado está el mundo del boxeo ilegal, con el Turco (que hace las veces de narrador) y Tommy contra el Ladrillo, un gángster sádico y con gafas de culo de botella; y, por otro lado, la banda de los judíos contra la banda de los rusos (Boris el Navaja es uno de los personajes que más me gustan) por un enorme diamante de ochenta quilates. En medio están los rateros negros, que son también divertidos.
Ah, y Brad Pitt hace de boxeador gitano, y el ex-futbolista Vinnie Jones de matón mafioso.
La banda sonora es buenísima, también.
Total, que es un peliculón lleno de personajes, a cual más divertido, y que es una de las mejores películas que he visto.
Aquí dejaré el link de Cinetube, por si alguien la quiere ver: http://www.cinetube.es/peliculas/snatch_cerdos_y_diamantes.html

21 de julio de 2008

El Reno Renardo

Una gran contribución a la cultura mundial... Jodeos SGAE, OT y otros criptofascistas, ha llegado vuestra Bestia Negra (en forma de Reno)

http://www.youtube.com/watch?v=IUDMrepROLE&feature=related

Esta me encanta, de Rammstein ^^http://www.youtube.com/watch?v=HvdQFVxK09s&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=U-RtO3bjVac

Éstos para Sire, con cariño ^^

http://www.youtube.com/watch?v=hyEFDcqmzuc&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=Fj0GEBHmTHc&feature=related





y "muncho" más!!!

29 de junio de 2008

Análisis del fotolog ajeno


Saludos. Me llego de nuevo a este lugar de erudición para hablar de lo bonita y edificante que es la brisa veraniega sobre mi pelo mientras estoy apoyado en mi balcón, observando al resto de la gente inmersa en sus quéhaceres cotidianos. De lo tranquilizante que es escuchar One Blood, de Terence Jay, mientras el Sol me quema la piel de los brazos. Del sonido de las olas al romper contra las blancas costas, y de las gaviotas revoloteando en busca de basura.

Ahhhh, sí, basura.

Basura, basura infumable, es lo que se puede encontrar un alma ingenua e inocente como la mía. Un alma ingenua e inocente, y reprimida, que como no puede contestar a ese test en un comentario, lo contestará aquí, a espaldas y escondidas, como una buena cortesana francesa del Versalles del siglo XVIII.

1. Ese trocito de comida que se te queda entre los dientes y no puedes elminar, esa caca de perro que se te pega al zapato sin que lo notes, esa llaga del cielo de la boca que no puedes dejar de lamer, ese picor en la oreja mientras te cortan el pelo...

2. Sí, me has fallado. Me has fallado varias veces, ya que no sólo no te plantaste delante de los tanques en Tiananmen, sino que no te tiraste sobre ellos gritando y maldeciendo para que te volasen la cabeza, llenando el espacio de ese sonido que hace un bote vacío al abrirse. Me fallaron tus padres al no abortarte o, en su defecto, venderte a algún tratante de esclavos por una gallina y un par de cabras.

3. Cuando la Seguridad Social hizo bien su trabajo trayéndote a este mundo sin matarte antes. El mundo me decepcionó entonces, al no hacer otro Nüremberg para juzgar a los perpetradores de tan tremendo crimen, claro, que tú no lo sabías, tenías una edad mental aún menor (no demasiado) a la que ahora muestras sin pudor, ni temor a ser marginada.

4. Digamos que... si te metieses una bolsa en la cabeza, te atases las manos a los pies y te tragases una hucha mientras te tiran al mar de Azov, en pleno diciembre, y te encontrasen un mes más tarde, con el cuerpo putrefacto y aún más hinchado, si cabe, me caerías bastante mejor. En cuanto al carácter... he visto películas iraníes más divertidas.

5. Si lo que quiero es hacer una operación matemática más compleja que sumar tres cabras y dos ovejas, la verdad es que confiaría más en un mono con una calculadora y un plátano metido en la nariz. Ahora, en lo de hacer el ridículo, eres una verdadera mina.

6. Si te dejases influenciar ya haría tiempo que no existirías. Es más, si tu madre se dejase influenciar, nunca lo habrías hecho. Como dice el Talmud, si todos tus amigos coinciden en llamarte burro, ve y átate a un dogal.

7. Sí, tanto como el Parlamento Italiano.

8. Descorchar una buena botella de Champagne, bebérmela y hendirte el cráneo con ella.

9. Sí, en la Transilvania del siglo XVI, mientras conversaba animadamente con Vlad sobre los quilos de sobrasada que te podríamos sacar.

10. Hummm, ¿La Mantis? (por aquello de fagocitar a la presa), o Ahmadineyad, por la mala leche que te gastas.

11. No lo sé, pero escribir bien no es una de ellas. Supongo que te saltaste esa clase y la de saber estar junto a mi tío. Sin embargo, tanto tú como él tenéis algo bueno, hacéis que me ría (de vosotros).

12. Te los enumeraría todos, pero no estoy seguro de no perderte por el camino. Por el momento tan sólo piensa que soltarte en medio de un circo romano para entretener a un grupo de ex-presidiarios sería una obra de caridad sólo equiparable a cambiarte por un niño nigeriano (aún con el riesgo de que devorases a toda su tribu).

13. No, no quiero conocerte bien. Por el momento me basta con saber de ti que de tener cerebro habrías abandonado este planeta en busca de formas de vida más parecidas a ti, como Galactus, el Devorador de Mundos.

14. Ya es muy tarde para cambiar nada. Creo que lo mejor para ti es que te retires a una bonita vida en simbiosis con alguna medusa que te picará durante el resto de tu vida, que, por fortuna, no te será demasiado larga.

15. Creo que ya he usado suficientes metáforas para intentar darte una idea de a quien te pareces. A mí siempre me has parecido un mono con hemorroides, pero es que dejas llevar mi imaginación.

16. Si tienes un concepto de 'qerer' lo suficientemente amplio como para incluir al mono, sí, te 'qiero'.

Y me despido. Como diría un amigo mío, godene maane.

19 de junio de 2008

A reir un poco

Al hilo de la últimas tendencias de este blog que lo convierten en un vertedero de mierda-jabonosa, creo que esto encajará bastante. Lo he encontrado en "meneame.net".

http://elyahoo.blogcindario.com/2008/05/01260-fotos-que-sube-la-gente-para-ligar.html

Es una gran recopilación, la verdad no logro decidir cual es más lamentable.
Los comentarios son bastante acertados.

15 de junio de 2008

Anécdotas irreales

Cierto día, un conductor se topó con que, desgraciadamente, se había colocado justo detrás del coche de un turista británico que, haciendo gala de las costumbres de su tierra, avanzaba lo suficientemente rápido como para alcanzar y abatir a una lechuga.
El conductor español, tras tocar la bozina repetidas veces, bajó del coche y le dijo al inglés que qué pasaba, que por qué iba con tanta parsimonia.
El inglés respondió así:
-Tranquilo, amigo, y recuerde: Ser o no ser, tal es la cuestión (Shakespeare) -tras lo cual decidió hacer caso e irse.
Al día siguiente, nuestro conductor se volvió a encontrar en la misma situación y, habiendo tomado una decisión, bajó del coche y le soltó al británico:
- ¡Hijoputa, mamón, soplapollas! (Camilo José Cela)

10 de junio de 2008

Humorfriki

Un enginyer de Microsoft, un d’Intel i un programador de Linux es troben al Lavabo.El de Micrsooft és el primer d’acabar, i a l’hora de rentar-se les mans, ho fa a consciència, amb molta aigua i sabó, i per eixugar-se fa servir una pila de tovalloletes de paper, i diu:
- Els de Microsoft, el que fem ho fem bé.
L’enginyer d’Intel, també es renta a consciència, però fa servir molt poca aigua i molt poc sabó, i per eixugar-se només usa la punta d’una tovalloleta de paper. Quan acaba, diu:
- Els d’Intel, a més a més de fer-ho bé, ho optimitzem al màxim.
El programador de Linux, sense rentar-se, mira els altres dos i diu:
- Els de Linux no ens pixem a les mans…

7 de junio de 2008

Anécdotas mozartianas

Se dice que una vez, un joven aprendiz de compositor se acercó a Mozart y le preguntó cómo podía componer sinfonías tan brillantes, y que le enseñase a hacerlo. Mozart, como buen maestro que no tiene demasiadas ganas de enseñar a sus alumnos (algo así como la ESO de hoy en día), le dijo que para eso le hacían falta muchos años de estudio.
Esta respuesta irritó sobremanera al joven aprendiz, que le reprochó que él ya escribía sinfonías con unos cuantos años menos, y sin tanto tedioso aprendizaje. Mozart le respondió que sí, que era cierto, pero que él no había tenido que preguntar cómo.

4 de junio de 2008

Humorkillo

Qué es un moco con mechas rubias? un moKILLO!
jajajajajajaj

En honor a este chiste, al partido de fútbol sala de hoy, y a mi bronquitis:
http://es.youtube.com/watch?v=uM1oaRlBcGc
http://es.youtube.com/watch?v=d6KV_vbEl60
http://es.youtube.com/user/tusoradivinah

Después del nene_rubio_17...esto es lo más grande que he visto en mi vida, sobretodo la última, que es un puto botijo. Uy, perdón, he dicho puto...como me oiga la presi!

28 de mayo de 2008

Despedirse a la francesa

El otro día me vino a la mente esta expresión, vete tú a saber porqué y qué debió pasar para que ello sucediera, pero el hecho es que pasó. Y dado mi natural curioso busqué en internet que podría querer decir. Decidí que mis pesquisas no podían quedar en mi humilde persona así que aquí os doy a conocer lo que encontré sobre tan castiza expresión y sobre tan habitual forma de despedirse:


"Durante el siglo XVIII se implantó una moda entre las personas de la alta sociedad de Francia, moda que consistía en retirarse de un lugar en el que se estaba realizando una reunión o velada, sin despedirse, sin tan siquiera saludar a los anfitriones. Llegó a tal extremo este hábito, que era considerado un rasgo de mala educación lo contrario, saludar en el momento de la partida. No se objetaba, por ejemplo, que la persona mirase el reloj para dar a entender las circunstancias por las que debía retirarse, pero de ninguna manera se veía con buenos ojos que saludase antes de ausentarse. Esta costumbre, en Francia dio origen al dicho “sans adieu” (sin adiós), que en el lenguaje coloquial español se acuñó en la forma "despedirse a la francesa", pero en este caso como equivalente de reprobación del comportamiento de alguien que, sin despedida ni saludo alguno, se retira de una reunión." (la negrita es de un servidor)

Sin embargo en otra página encontré que la expresión "sans adieu" quería decir despedirse con la intención de volver a encontrarse, una fórmula protocolaria más que nada. Y que los españoles adoptaron como literal.


En fin, a mi qué queréis que os diga, que me esperaba más por eso ahora os jodéis y leeis el post (ya lo habíes leido) como yo me leí la mierda esta.

24 de mayo de 2008

¿Ciencias o letras? Esa es la pregunta de un hombre sin honor

Hola,

Me llego a este humilde rincón a aconsejar a una alma cándida y perdida que tiene en mente la pregunta del título.
Sé que para los miembros del blog la pregunta resulta inverosímil puesto que la respuesta es trivial y simple y por tanto jamás en nuestra existencia no ha habido ni siquiera la posibilidad de creer que tal dilema fuera planteable.

Para empezar joven padawan ese dilema que tienes lo debes resolver el año que viene cuando pases de 4º de ESO a bachiller. Ahora en cuarto debes coger las asignaturas difíciles (y entre ellas incluyo el latín) porque son las que te prepararan para el enorme salto que supone el pasar a bachiller sea cual sea. Hazme caso este tipo de cosas es a lo que me dedico, soy tutor de 2º ciclo de la ESO y por lo visto conozco mejor mi trabajo que la oligofrénica que debe ser tu tutora.

Y ahora, la razón por la que debes elegir ciencias. La primera porque las ciencias es el lugar natural de todo friki, y tú, chaval, eres un friki del doce (... como nosotros), la segunda porque House es de ciencias y recuerda que insultar es mejor que alabar.

La tercera porque aunque gente espabilada e idiota, la hay en todas partes (en ciencias teníamos a un tal mudito), desgraciadamente para los de letras allí hay más. Es decir, que en ciencias están los que quieren estudiar y en letras están los que quieren estudiar más los que no tienen donde caerse muertos. Por ejemplo tengo un alumno que pasará a bachiller sociales y que en un examen me escribió "Hacido clorico", ¿a qué duele?

La cuarta porque puedes ser licenciado en ingeniería y leerte un libro de antropología, pero no puedes ser antropólogo y leer un libro de ingeniería. Y leer va a llenar gran parte tu vida, va siendo hora de que aprendas que las orgías son un mito. Además cuando dices físico te miran con admiración (no la suficiente), pero si dices filólogo... causar hilaridad es lo mínimo que puedes esperar en tus interlocutores.

PERO ( y lo pongo así porque es un gran pero), en ciencias hay menos mujeres, también es verdad que son más malas y por eso molan más. Pero siguen siendo menos. Y dada nuestra poca o nula habilidad para entablar relaciones con el sexo opuesto (y relaciones humanas en general) es un aspecto muy a tener en cuenta.

Al final sobresale una sola razón para hacer ciencias y es que somos el lado oscuro y eso mola que te cagas.

Un saludo,

Fdo: Xu, científico, friki y tío rarito en general

3 de mayo de 2008

La Columna del Odio: Tutorías

Creo que no es el primer artículo que dedico a este execrable fenómeno natural que me entretiene cual anfiteatro romano.
Juro por los cielos que si en cuarto me dan a elegir Estudio y Tutoría, lo haré. Lo elegiré porque es lo único que le da sentido a mi existencia.
El caso de la clase contra el sujeto C continúa, y ahora ya toma dimensiones cada vez más rocambolescas y extravagantes.
Ya que, si bien dedicar una tutoría (otra) a resolver este conflicto hace pensar en una muestra de buena fe por parte del tutor, también hace pensar en narices enrojecidas, pechos flemosos y voces nasales de tanto intentar hablar con la nariz taponada, de pensamientos enfermizos y palabras idiotas.
La ofensa, poco más o menos, sería la siguiente: el sujeto M', en un arrebato de ira, decidió presuntamente robarle algo al sujeto C. Éste, enfadado, pidió que se lo devolviese, y ante la reiterada negación del acto por parte del sujeto M', quien, defendiendo su inocencia, comenzó a gritar a los cuatro vientos que siempre le echaban las culpas a ella.
En ese momento, aprovechando el caos general, un sujeto de, digamos, generosas protuberancias mamarias (y escotes que, en ese símil, rozan a la Madre Teresa) y una contribución poco saludable al Calentamiento Global, decide decir que a ella también le robaron una goma, y que como la que se lo robó es su amiga, no pasa nada. Porque, claro, como tienen mucha confianza se lo puede robar. Porque no sería robar, sería coger prestado. Y que no pasaba lo mismo con otras personas (se levanta y señala al ala derecha de nuestra clase {ese ala en el que se dan esos repentinos cambios de phyles, entre canis y neo-hippies}, sin dejar de exclamar que le robaron no sé qué).
Cuando decide sentarse (todo el mundo la mira, pero no por su pelo pajizo {en la textura}), el tutor se da cuenta de que esto no puede seguri así, y decide usar su voz de bajo para acallar los ánimos.
Como era de esperar, si alguna vez llegan a callarse, todo vuelve a comenzar. Sus cerebros no entienden (o deciden no entender), haciendo alarde del más puro estilo de mi tío (que, creo, está en mi sofá viendo una película de porno alemán, conmigo en la habitación de enfrente, ahora invitado en esta casa), y vuelven a discutir.
En ese momento, alardeando de una madurez sobrehumana, una de las neo-hippies dice que todo esto le parece una tontería, porque, mem, somos lo suficientemente maduros para guardar nuestras cosas.
Reprimo una carcajada nerviosa, me muerdo el labio para no caerme al suelo y comenzar a reír como un poseso, ya que, si, en efecto, fuésemos lo suficientemente maduros, todo esto no haría falta, y podríamos habernos dedicado a hablar de cosas realmente importantes, como quemar a los sujetos M' y C en una pira mientras chillan como los cerdos que fueron en reencarnaciones pasadas.
En efecto, la gente que me rodea tiene tan pocas cualidades que haría más relatando mis males a las piedras, pues aunque éstas no me responderían, son de mejor calaña que esa gente. Una piedra guarda silencio y no puede ofender a la inteligencia. Mientras que esa gente, con sus lenguas, condenan a muerte a los pensamientos más brillantes, acallando sus mentes y cubriéndolas de hormigón, como Tchernóbil (de cuyo reactor debieron salir sus infectos cerebros).
En fin, que tendré suerte si eso no viene a poblar mis pesadillas esta noche.

19 de abril de 2008

Guía de supervivencia a una invasión zombi

Esta guía será bastante útil ante la gripe del pollo anunciado por Maese Xu y Joan Pagès (el que bajó de los cielos cual mierda de paloma) cuando vuestros apestosos cerebros se vean amenazados por un grupo de cadáveres que han recuperado sus funciones motrices y un apetito verdaderamente insaciable.
También habla de cómo hacer frente en esos tiempos de crisis si se teme a unso hombres con palos y problemas financieros.

http://www.meloncorp.com/arch/0099/0099.shtml

12 de abril de 2008

El Centurión no tiene quien le escriba, parte I: De Bello Gallico (271 - 243 a.C.)

"Grita '¡Devastación!', y suelta a los perros de la guerra"
(William Shakespeare, Julio César, III, I)

"La Galia está dividida en tres partes: una que habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que en su lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos estos se diferencian entre sí en lenguaje, costumbres y leyes. A los galos separa de los aquitanos el río Carona, de los belgas el Marne y Sena. Los más valientes de todos son los belgas, porque viven muy remotos del fausto y delicadeza de nuestra provincia; y rarísima vez llegan allá los mercaderes con cosas a propósito para enflaquecer los bríos; y por estar vecinos a los germanos, que moran a la otra parte del Rin, con quienes traen continua guerra. Ésta es también la causa porque los helvecios se aventajan en valor a los otros galos, pues casi todos los días vienen a las manos con los germanos, ya cubriendo sus propias fronteras, ya invadiendo las ajenas. La parte que hemos dicho ocupan los galos comienza del río Ródano, confina con el Carona, el Océano y el país de los belgas; por el de los secuanos y helvecios toca en el Rin, inclinándose al Norte. Los belgas toman su principio de los últimos límites de la Galia, dilatándose hasta el Bajo Rin, mirando al Septentrión y al Oriente. La Aquitania entre Poniente y Norte por el río Carona se extiende hasta los montes Pirineos, y aquella parte del Océano que baña a España."

(Julio César, De Bello Gallico)

Flavio Julio, hijo de una familia patricia, y líder de la misma, nunca imaginaría los acontecimientos que desencadenaría su venganza ante la afrenta cometida hacia su abuelo (los galos le sacaron los ojos), ni el poder que adquiriría su familia tras su muerte.

La imaginación no era un rasgo muy destacado en la familia de los Julios. Y Flavio Julio no era una lumbrera, ni nadie se lo pedía.

Baste decir que el Senado lo empujó durante cada una de las acciones importantes de su vida, hacia su heróico final.
Corría el verano de 271 a.C., cerca de la frontera, y el Senado Romano encargó a Flavio la misión de tomar Segesta, un enclave fronterizo, si bien no galo, simpatizante. Antes de que hubiese terminado el verano, Segesta había caído y el Senado recompensó a Flavio con 5.000 denarios.

Pronto fue enviado a resolver más conflictos a los senadores y, tras pintar la casa del Edil, desmbozar las tuberías de la hacienda de verano de la madre del cuestor, arrebatar Sardinia a los cartagineses y ayudar a la madre del Cónsul a lavarse (para lo cual tuvo que destinar un regimiento entero de hastati en su finca), le encargaron la misión de tomar Narbona, a lo cual accedió encantado, arrió las velas, y partió hacia el norte, empujado por los Hados, a encontrarse con su destino en las Galias.

No había atracado el barco en el puerto, ni se había secado la señora madre del Cónsul, cuando un enorme ejército galo cruzó las froteras romanas, y asedió Arretio, donde residía la mayor parte de la familia Julia, dando comienzo a la Guerra de las Galias.

Para evitar que Flavio Julio tuviese que dar media vuelta, la guarnición de Segesta y la de Arimino se unieron, bajo el mando de Lucio Julio, heredero, para liberar a Vibio Julio del cerco.

Mientras Lucio reunía a sus huestes, Flavio marchó con un gran ejército sobre Narbona, tomando Narbo Martius.

En verano de ese mismo año, Lucio atacó a los galos que sitiaban Arretio, ayudado por la guarnición de la ciudad y Vibio, derrotándolos a todos. El combate fue encarnizado, y Lucio cayó en medio de la batalla, pasando su título de heredero a Vibio, quien organizó una expedición de castigo, tomando Patavio (pues temían que la familia de los Brutos se les adelantara) y, poco después, Mediolano.

Pasó un año, y Flavio, que había partido poco después de asentarse en Narbona, con su ejército (un tanto diezmado con la finalidad de dejar guarnición en la recién conquistada provincia), cruzó el Ródano y se dirigió a la Galia Transalpina, donde se encontraba la colonia griega de Masalia, reciéntemente caída en desgrItalicacia bajo el poder de los galos de la comarca.

En verano del 261 a.C., Flavio Julio, líder de los Julios, se enfrentó a los galos a las afueras de Masalia, y a pesar de ser superado en número, supo organizar a sus tropasde tal manera que venciesen la batalla, si bien murió durante una carga de caballería. Tomaron Masalia, y se acuartelaron para pasar el invierno galo, en espera de los muy necesarios refuerzos procedentes de Italia.

Vibio, ahora nuevo líder de la familia, reunió un poderoso ejército de hastati, vélites y équites para continuar la obra de su predecesor y, tras unírsele varias tribus locales, decidió cruzar los Alpes para dar una lección a los galos.

Tras liberar Masalia de su sitio, fue al norte, donde tomó Lugdunensis, y desde donde se preparó para avanzar hacia Alesia, la capital del reino. Mientras, en Narbona, un gran ejército de galos había cruzado los Pirineos, sin atacar, afortunádamente, ninguna ciudad romana.

Vibio abandonó el intento de tomar la capital, y se dirigió hacia Aquitania, donde sostuvo largas confrontaciones. El clímax de éstas llegó a finales del invierno del 253 a.C., cuando se enfrentó a dos ejércitos superiores a él en número, y los venció límpiamente, mas el segundo le hizo mella, pues fue traicionado por un miembro de su séquito que reveló información a los celtas, siendo oportúnamente castigado. Estas dos batallas le valieron el reconocimiento de los senadores y del pueblo, y el apodo de El Poderoso.

Sin embargo, y por culpa de la traición sufrida, tuvo que pedir ayuda, y ésta llegó de la mano de Marco Julio, quien organizó un gran ejército para tomar Alesia. Cuando estaba ya cerca de la ciudad, Vibio cogió a unos cuantos de sus hombres más leales, y se los llevó a Bretaña, a Condate de los Redones, donde les dio asedio al mismo tiempo que Marco asediaba la capital.

La Galia había sido conquistada, y sin embargo los belgas, por mantenerse fuera del conflicto no sufrieron daño alguno, y se preparó una expedición para tomar Numancia, último reducto de los galos, en Hispania. La expedición estaba compuesta por las tropas noveles de Marco, capitaneadas por Vibio El Poderoso.

Cruzaron los Pirineos poco después de que aquel ejército galo inmenso, que ya había cruzado la cordillera, la volviese a cruzar, vagando líbremente hasta amenazar Lugdunensis. Mas no por mucho tiempo, ya que el espacio entre el Sistema Central y el Ródano es estrecho, y bastó que un capitán de gran valía, anónimo hasta entonces, construyese una fortificación tras las líneas galas, quedando entre la fortificación y la ciudad.

En Hispania, Vibio se adentró en tierras desconocidas, y tomó mercenarios hispanos y honderos baleares. En invierno de 244 a.C. llegó a Numancia, el último reducto galo, y la cercó.

En verano del año siguiente, con el otoño a poco llegar, Vibio atacó la ciudad, y no fue muerto de casualidad, pues fue derribado del caballo y sus hombres tuvieron que llevarlo fuera del campo, pues los galos luchaban valiéntemente y a la desesperada.

Finalmente, pero, la ciudad cayó.

Aquí concluye la Guerra de las Galias (según mi experiencia en Rome Total War)