24 de febrero de 2009

¿ De qué me suena esto?

En Italia ha pasado esto: (Europa Press)

El Consejo de Ministros del Gobierno que dirige Silvio Berlusconi aprobó hoy un decreto urgente contra los violadores, en el que se incluye la autorización y regulación de rondas de ciudadanos no armados que patrullarán los barrios por la noche para velar por la seguridad de sus vecinos.

La aprobación con carácter de urgencia de esta norma es consecuencia directa de los últimos casos de violaciones acaecidos el pasado fin de semana en Roma, Bolonia y Milán, los cuales generaron un intenso clamor social.

El ministro del Interior, Roberto Maroni, explicó que las rondas "no irán armadas sino que sólo estarán dotadas de teléfonos móviles y radiotransmisores para que así puedan advertir a las fuerzas del orden" con rapidez.

Bueno ya veremos qué pasa, pero ahora queridos amiguitos recordemos otros casos de patrullas ciudadanas




21 de febrero de 2009

Video de Seguridad en el trabajo

Desde el minuto 1:50 (aprox ) empieza a degenerar y el resto hay que verlo, es el mejor video de seguridad que he visto...

18 de febrero de 2009

Delegar Competencias

El texto que reproduciré a continuación viene de un e-mail que me mandaron hace unos días. Me pareció curioso, y por eso decido pegarlo aquí.


Cierto día, un día aburrido y monótono en una empresa aún más aburrida y monótona, el director de dicha empresa daba vueltas a su despacho sopesando cuidadosamente una controvertida cuestión.

-¿Me amará mi mujer? -se decía- ¿o es que sólo me quiere por mi dinero?

En esto que entra el subdirector de la empresa con un dibujo de su hija de cinco años en la mano, sin nada que hacer, y, cuando se dispone a enseñárselo al director, éste le replica:

-Tienes que averiguar si mi mujer me ama o sólo está conmigo por mi dinero. Te doy una hora.

Y se sienta en su sillón para intentar resolver un cubo de Rubbick, actividad que deja unos minutos más tarde para ponerse a gastar bromitas telefónicas.

El subdirector, entretanto, se va a la sala de juntas, donde todos los accionistas de la empresa se están tomando un café. Discuten sobre política, y algunos tiran avioncitos de papel. Salta a la vista que ninguno de ellos tiene nada que hacer.

El subdirector expresa el problema con las siguientes palabras:

-El jefe quiere saber si cuando se tira a su mujer, ella accede por amor o por dinero. Tenéis 45 minutos para dar con la respuesta.

Algunos se levantan para dar una vuelta y meditar, otros se quejan por la delegación de competencias, algunos de ellos roncan y otros sencillamente nunca se dieron cuenta de que aquello iba con ellos.

Uno de los que se levanta se encuentra al relaciones públicas de la empresa enzarzado en una discusión con una máquina expendedora sobre el cambio, evidentemente sin nada que hacer.

-El jefe quiere saber si su mujer se lo trajina por amor o por dinero. Tienes un cuarto de hora para darme la respuesta.

El relaciones públicas sale corriendo, baja hasta la primera planta, y se encuentra la mesa del becario, hasta arriba de papeles, con una cinta en la cabeza y más agobiado que cualquier ser que hubiesen conocido.

-Escucha, tú, el director quiere saber si su mujer se acuesta con él por dinero o por trabajo. Tienes 5 minutos para responder.

Entonces el becario, sin levantar la cabeza del trabajo, contesta.

-Es por amor.

Cuando el subdirector, el accionista que había encontrado al relaciones públicas, y el relaciones públicas se lo dicen al director, éste queda impresionado ante la presteza de la respuesta del becario.

Baja para hablar con él y le pregunta que cómo puede estar tan seguro.

En ese momento, el beario, ya harto de que no le dejen trabajar en paz, salta y exclama:

-¡Porque si fuese por dinero también lo tendría que hacer yo, joder!

17 de febrero de 2009

Los mallorquines

Encontré esto en alguna parte, asegura que es de un artículo del Diario de Mallorca, he intentado encontrar el día, pero no lo he conseguido.

Va sobre el carácter mallorquín. Todos sabemos cómo somos, pero publicar uno sobre nosotros, me permitirá más adelante publicar sobre otros pueblos. Así por ejemplo el primero que me viene es el vasco, por señalar uno al azar.

¿Cómo somos los mallorquines? Los estudios de la psicología de comportamiento del mallorquín son abundantes, sobre todo en formato de bolsillo y de salón. No hay gabinete alemán de inversiones en Mallorca que no ofrezca a sus clientes un par de folios descriptivos del carácter mallorquín. Uno de ellos les alerta sobre la capacidad negociadora del indígena, de la que dice no debe ser en absoluto despreciada.

Sin necesidad de remontarse a la época talayótica, Juan Cortada describía hace ciento cincuenta años que una de las constantes del carácter del mallorquín del siglo XIX frente al forastero era sobrevalorar el pago de sus servicios. “Patriótica es, por cierto, la manía de los mallorquines de encarecer todas las cosas de la isla y estimular al forastero a que la visite”, dice el autor de “Viaje a la isla de Mallorca, en el estío de 1845”. En estas mismas páginas el propio Cortada habla de un fondista de Manacor que “vive honradamente de su hacienda... y de la ajena, según es fácil de comprobar a la hora de pagar la cuenta”.

En toda la bibliografía tópica encontramos la misma constante. George Sand refleja también que un monje exclaustrado de Valldemossa, que hacía las veces de boticario, le hizo pagar a precio de oro unos pétalos de violeta para hacer una tisana que calmara la tos tuberculosa de Chopin. Como esta señora no hablaba con eufemismos, en lugar de describir la inclinación natural del mallorquín a la sobrevaloración de lo suyo dejó escrito sin tapujos que los habitantes del lugar eran unos auténticos ladrones.

Luis Ripoll, en un cuidado opúsculo titulado precisamente “Nuestro carácter” exhibe esta tendencia a la especulación y reproduce una conversación que tuvo con una payesa que, al verle que observaba la torre de un molino en la carretera de Santa Maria a Esporles se le acercó para que lo comprara. “I què en voleu, madona?”. ”Idò posi 70.000 duros (que en los años cincuenta era un dineral)”. A la consideración de que parecía un precio exagerado puesto que apenas tenía unos metros de terreno y la construcción estaba medio derruida, la payesa respondió con reflejos de pantera: “Jo li dic que és barato.... Si vosté sabés els pintors que l’han pintat!”. La avispada señora era una precursora del concepto de royalties.

Cualquiera que haya querido comprar alguna finca directamente al propietario sabe lo duro que es. De hecho, en muchos casos, cuando después del consiguiente intento de regateo el comprador, exhausto, ofrece la cantidad que le ha pedido desde un principio el vendedor, éste decide que no hay trato y que si se quiere que lo haya debe ofrecer una cifra mayor. En su mentalidad se concibe de forma natural y preclara que si la cantidad le conviene a la parte compradora, a él no le conviene en absoluto.

En realidad, lo peor que le puede ocurrir a un comprador es que sea él quien se interese por adquirir una finca o cualquier tipo de bien inmobiliario. Aquí está muerto. Se puede encontrar con una sitcom muy habitual: le dicen que aquello que le interesa no está a la venta porque es herencia familiar del abuelo y que, por tanto, tiene un valor emocional incalculable. Y si el aspirante a comprador manifiesta comprender la situación y retira su interés, su interlocutor le soltará sin perder un segundo un “.... ha de ser que m’oferesquin una pardalada que no pugui dir que no...”. La racionalidad explota por los aires. En Mallorca el valor emocional de las herencias es perfectamente calculable en euros.

Este es otro de los comunes denominadores en los que los retratistas de la idiosincrasia mallorquina insisten: la absoluta falta de resistencia ante los embates del dinero. La más sólida de las convicciones se desintegra al instante si hay un interés superior en forma de talón bancario.

El archiduque Luis Salvador dejó registro de los deseos de una joven valldemosina de diecisiete años que le confesó su decidida voluntad de hacerse monja y vivir en la virtud. Pero un minuto después le añadió: “Una de dos: o entraré en un convento o me iré a Barcelona”. El Habsburgo, sorprendido, le preguntó el porqué de Barcelona. “Pues porque allí hay muchos soldados”, respondió con igual convicción. El inquilino de Miramar comprendió perfectamente que este caso, como dice Luis Ripoll, soldado era sinónimo de macho y dinero. Sin convicciones, extraordinariamente sensibles al sonido de las monedas y con una insólita sobrevaloración de lo propio... No sé si existe una huella genética que determine un comportamiento colectivo, pero este cóctel descubierto en el pasado puede explicar muchas cosas del presente.

11 de febrero de 2009

Saludos del pequeño Lord


Hola quería aprovechar para dar las gracias por la visita del otro día y por los regalos. Estoy machacando a la Mami y engordo que da gusto. De cada vez estoy más despierto y doy más guerra. Desde luego mi papa me enseñará a despreciar a los de letras, me inculca los valores musicales adecuados (Star Wars) e incluso empiezo a hacer mis pinitos en el sumum arte de tirar dados. Sire tiembla, los dados se me dan bien!!