30 de noviembre de 2008

Es muss sein!

Mylan Kundera

Cierto señor Dembscher le debía a Beethoven cincuenta marcos y el compositor, que jamás tenía un céntimo, se los reclamó.
"Muss es sein?", suspiró desolado el señor Dembscher y Beethoven se echó a reír alegremente: "Es muss sein!", inmediatamente anotó aquellas palabras y su melodía.
Compuso sobre aquel motivo realista una pequeña composición para cuatro voces: tres voces cantan "es muss sein, es muss sein, ja, ja, ja", "tiene que ser, tiene que ser, sí, sí, sí" y la tercera voz añade: "Heraus mit dem Beutel!", "¡Saca el monedero!".
Ese mismo motivo fue un año más tarde la base de la cuarta frase de su último cuarteto opus 135. Beethoven ya no pensaba entonces en el monedero de Dembscher. La frase “es muss sein!” le sonaba cada vez más majestuosa, como si la pronunciase el propio Destino. En el idioma de Kant, hasta el “buenos días”, con la entonación precisa, puede adquirir el aspecto de una tesis metafísica.
El alemán es un idioma de palabras pesadas. De modo que “es muss sein!” ya no era ninguna broma, sino “der schwer gefasste Entschluss”.
De ese modo, Beethoven transformó una inspiración cómica en un cuarteto serio, un chiste en una verdad metafísica. Ésta es una interesante historia de transformación de lo leve en pesado (o sea, según Parménides, de transformación de lo positivo en negativo). Sorprendentemente, semejante transformación no nos sorprende.
Por el contrario, nos indignaría que Beethoven hubiese transformado la seriedad de su cuarteto en el chiste ligero del canon a cuatro voces sobre el monedero de Dembscher. Sin embargo, estaría actuando plenamente de acuerdo con Parménides: ¡convertiría lo pesado en leve, lo negativo en positivo! ¡Al comienzo (como un boceto imperfecto) estaría la gran verdad metafísica y al final (como la obra perfecta) habría una broma ligera! Sólo que nosotros ya no sabemos pensar como Parménides.

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