2 de enero de 2009

Baviera, esa panda frikis

(Sir Thomas Malory dice: este relato, que tanto me ha recordado a El Último Gay de Escocia, no es mío. Sin duda el escritor está más sembrado que yo, y le pido que, si descubre esto, se lo tome como admiración y no como robo)

Kgw

(Nota previa: ¡anacronismos por doquier! ¡cachondeo! ¡la juerga padre! Luego no digas que no te avisamos)

Múnich, enero de 1419
Era una noche muy oscura aquel jueves por la mañana... o tal vez fuera martes... puede que incluso domingo. Lo que estaba claro es que:
1) era enero porque Federico de Ñion y Cifuentes se estaba congelando
2) era el año 1419 porque no se veía ningún taxi por la calle y la gente vestía como si fueran extras de Robin Hood 2.
A pesar de todo eso, Federico se armó de valor para preguntarle al mecánico que tal veía la avería del coche, que le había dejado tirado en ese rincón del mundo.

-Mire usted, la verdad es que a eso se le llama mala suerte ¡las cuatro ruedas pinchadas al mismo tiempo!
-¿Tan grave es? - preguntó - Es que se me hace tarde para la boda de unos amigos....
-Bufff, pues que quiere que le diga: ya sabe, esto es Baviera, somos un país pequeño, los repuestos tardan en llegar... y encima todavía no se le ha ocurrido a nadie extraer caucho para hacer ruedas... Eso sí, en cuanto se inventen las ruedas, le pido unas al instante. Pero póngale un par de siglos, más o menos
- O sea, que va a tardar un tiempo, ¿no? Vaya, pues entonces sí que voy a llegar tarde.... ¿podría usar su teléfono?
- ¡Pero, hombre! ¡Si tampoco se ha inventado el teléfono! Dicen que es cosa de un americano. Y como nadie ha descubierto América... Para eso va a hacer falta otro par de siglos
- Jo, pues menudo problema... ¿Y no hay ninguna manera de acelerar esto un poco? Porque si tengo que esperar muchos siglos, casi que la boda habrá acabado cuando llegue.
- Ya le digo. A lo mejor llega a tiempo de la boda del tataranieto de sus amigos... - el mecánico se rascó la cabeza, como si pensase en algo y añadió - Bueno, si le corre mucha prisa puede intentar ponerse al servicio de nuestro soberano. Total, sólo tiene que aumentar el poder Baviera, conseguir un puerto, descubrir América, encontrar árboles de caucho, refinarlo, convertirlo en ruedas y ya está.
- Mire, no es mala idea, después de todo. ¿Dónde está el soberano ese?
- Siga todo recto, a la segunda choza gire a la derecha. Entonces verá una casa muy, muy grande, pero de piedra. Eso es el castillo. Llame a la puerta y pregunte por el Duque Ernest. Diga que va de parte mía, y a ver qué tal le va.
- Está bien, pues muchas gracias.
- A mandar, hombre. a mandar.

Estamos en el castillo de Múnich. Después de haber convencido a los guardias de la puerta que no es un vendedor de enciclopedias - y eso que aún no se han inventado - Federico de Ñion y Cifuentes, se encuentra frente al duque Ernest, mandamás de Baviera, que se atusaba el bigote con fruición, y hasta alevosía:

- Así que usted quiere ser consejero real... ¿Tiene experiencia? - dijo el duque, mirándole a los ojos.
- Un montón, señor duque, con decirle que yo fui consejero de Rómulo Augústulo, no le voy a decir más - se ufanó Federíco-
- ¿Ese no fue el último emperador del Imperio Romano? Menudo consejero está usted hecho...
- No, si yo le decía: "No te acerques a los bárbaros, no te acerques a los bárbaros", pero nada, él ni caso. Si es que la juventud de ahora va a lo suyo.
- A mí me lo va a decir, tienen el seso sorbido con los juegos modernos. - el conde Ernest se acercó a su interlocutor y le dijo por lo bajini - Entre usted y yo, eso del ajedrez es un invento del demonio, lo que yo le diga.
- Cuánta razón tiene. Entonces, ¿lo del puesto de consejero?
- Creo que va a ser suyo, de todas maneras no se ha presentado nadie más. Los jóvenes, que no quieren trabajar duro, sólo irse de cruzadas y tonterías así. Tan sólo una pregunta más. ¿sabe usted Ofimática?
- ¿Eh? ¿Y eso qué és?
- Ni idea; no sé porqué me han entrado unas ganas enormes de preguntárselo.
- Ahh, vale. Entonces, ¿cuándo entro a trabajar?
- Pues por mí, si es ahora mismo, mejor que mejor. Hay tantas cosas que hacer: repartir presupuestos, contratar personal, entrenar tropas. .. Eso sí, si no le importa mucho, procure manterner Baviera independiente. Es que es un regalo familiar y quiero pasárselo a mi hijo , a ver si se le quita esa tontería del ajedrez de encima.
- Descuide, señor Duque. A sus órdenes, señor Duque.
- Hale, Don Federico, que le sea leve. Y ya me contará lo que se le ocurra.

Con estas palabras, el duque Ernest cerró la puerta tras de sí. Don Federico de Ñion y Cifuentes se sentó en la silla de su despacho y empezó a ordenar papeles. Tenía que conseguir unas ruedas para su coche lo antes posible. Y un teléfono... Así fue como comenzó una de las mayores epopeyas de la historia bavárica... baverina... bávara; eso, bávara:

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué grande!!

(Aldi)

Constant Von Balcke dijo...

¡Qué recuerdos! (y qué vergüenza recordar que sigue en parón técnico desde hace 6 años)
Muchas gracias por los halagos.

Sí, soy el autor original ;)