17 de mayo de 2009

Relatividad

Neal Stephenson

En una buena demostración del principio de Relatividad, tal como fue propuesto por Galileo, la bandeja obscena, y los humeantes bocados que tenía encima, permanecían en la misma posición con respecto a Daniel, y por tanto, en principio, eran tan comestibles como si estuviesen frente a, y los pasteles descansasen sobre, una mesa que estuviese estacionaria con respecto a las estrellas fijas. Lo cual era cierto a pesar del hecho de que el carruaje que contenía a Daniel, Isaac Newton y los pasteles daba trotes por Londres. Daniel suponía que estaban virando alrededor del extremo norte del camposanto de St. Paul, pero no tenía forma real de saberlo; había cerrado las contraventanas porque el viaje a Bedlam les llevaría directamente a través de las fauces de Grub Street, y no quería leer la aventura de hoy en los periódicos de mañana.

Isaac, aunque estaba mejor capacitado que Daniel y la verdad que cualquier otro hombre vivo para comprender la Relatividad, no mostró interés en su pastel, como si el que estuviese en movimiento con respecto al planeta Tierra lo convirtiese de alguna forma en No Pastel. Pero en lo que a Daniel se refería, un pastel en un marco de referencia móvil no era menos pastel que uno inmóvil: para él, la posición y la velocidad no tenían efecto o relación con las propiedades esenciales para ser un pastel. A Daniel sólo le importaba la relación entre su estado físico, el de Daniel, con el estado físico del pastel. Si Daniel y Pastel estaban cerca tanto en posición como en velocidad, entonces comerse el pastel se convertía en una posición práctica y tentadora. Si Pastel estaba muy lejos de Daniel o se movía a una gran velocidad relativa –por ejemplo, porque se lo lanzaban a la cara-, entonces su naturaleza de pastel quedaba de alguna forma limitada, al menos en el marco de referencia de Daniel. Sin embargo, por ahora no eran más que hipótesis escolásticas. Pastel estaba en su regazo, y era totalmente un pastel, independientemente de lo que opinase Isaac.

El señor Cat les había prestado cubiertos de plata, y Daniel, mientras hablaba, se había metido una servilleta en el cuello de la camisa, una bandera de rendición, y una capitulación incondicional ante las atracciones de Pastel. En lugar de abandonar las armas, las cogió, cuchillo y tenedor. La pregunta de Isaac le dejó congelado justo cuando iba a atacar la corteza.

-¿El club tiene la intención de permanecer ocioso durante todo el mes de julio?

-Cada miembro prosigue con la línea de investigación que le parece más prometedora –respondió Daniel-. Como hacemos tú y yo en este mismo instante –y apuñaló a Pastel.

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