3 de enero de 2010

De prácticas

Hoy mi mujer y yo hemos cuidado de los hijos de mi cuñado, una niña de casi 2 años y un niño de 4. Este era nuestro regalo de Navidad ( noche de hotel incluida) ya que nunca pueden contar con canguros y pensamos que 24 horas sin niños supondría un buen cambio.

De paso yo así me enfundaba la "L" de papá en prácticas y hacía un especie de viaje al futuro, un futuro extenuante.

Extenuante por muchas cosas, pero por ejemplo porque he aprendido que hacer que dos niños hagan la siesta al mismo tiempo es sólo para profesionales de la paternidad cosa de la yo todavía estoy muy lejos, descansar hoy me ha sido vetado. Todavía estoy en el nivel novato, en el que me dan puntos por cambiar el pañal. Y claro si no consigues que los dos duerman a la vez, consigues siempre tener algo que hacer, obviamente.

Un niño de 4 años despierto y fuera de su casa (habitat natural) es como un torbellino de adenalina que arrastra consigo todo aquello que toca. No puedes tenerlo en una casa todo el día o corres el riesgo de cortarte las venas ante el intento de contener esa energía. No puedes sacarlo a pasear y jugar con él porque el escondite y el pilla-pilla dejan de tener gracia a la vez que hace 50 (para tí, él saca fuerzas de la hormona infantil tocaloscojonesina). Todo esto si su hermana duerme, si no lo hace hay que recurrir a la profesionalidad de la televisión o de los castillos infantiles. Porque no he comentado que aquí en Euskadi la lluvia es un modo de vida, no un fenómeno meteorológico. Así que bajo techo todo.

Por otro lado el archienemigo, la némesis del niño, es obviamente su hermana, cuyo principal objetivo es complicarle la vida a su hermano y por consiguiente a tí. Los mejores juguetes son los de su hermano y más concretamente los que su hermano tiene en ESE momento... y creedme es muy difícil ser más listo que una mujer aunque tenga dos años.

Todo esto sin contar con la cantidad de cosas que haces en el doble de tiempo que unos padres porque no tienes práctica. O la cantidad de veces que hay que volver atrás para recoger trastos que sólo posteriormente se demostrarán inútiles, la cantidad de veces que te quitas y te pones la chaqueta ( el sudor viene y va con un niño de cuatro años).

Total que ahora al rememomar el día me doy cuenta de que mis sobrinos se han portado estupendamente, se lo han comido todo, la pequeña ha necesitado cambiar de pañal un número mínimo de veces, han jugado con tranquilidad en casa, hemos jugado al escondite sin salirnos de la zona marcada (al menos 49 de las 50 veces) y aún así me siento como el negro de arma letal cuando decía " soy demasiado viejo para esta mierda". Espero que sea la práctica, porque si no...

De todas maneras el año que viene les regalaremos un libro.

2 comentarios:

Rubén Santamarta dijo...

Quizás deberías haber hecho este regalo las Navidades pasadas...

Unknown dijo...

Vaya, últimamente todo el mundo tiene némesis: paternidad, hermanas tocapelotas, Juanky... xDD