La Columna del Odio: Lydia

Odio, odio es lo que fluye por mis entrañas, en oscuras legiones que salen desde mi cabeza y se apoderan del resto de mi cuerpo.
No acostumbro a odiar tanto a una sola persona (a excepción hecha de mi tío, el sujeto C y Chávez), lo cierto es que esta niña me ha sacado de quicio.
Y no lo digo por decir.
Hoy he llegado al cíber de buen rollo, sin ganas de masacrar a nadie. Joder, hasta se me ocurrió la idea de dejar vivir a mi tío (en un zoo, eso sí).
El hijo del tío del cíber sigue dando por culo con su habitual gorrito de maricón reprimido, pero yo estoy bien.
Me toca el ordenador 2, al lado de una alegre pareja de sudamericanos, a lo La Casa de la Pradera, pero en chicano. Tienen una hija. Lydia.
Ahhhh, sí, Lydia. Ya no puedo escuchar ese nombre sin que una palabra me venga a la mente...
Puta.
Y es que ese jodido animal de feria me ha jodido la vida, a pesar de tener menos de un año (o más, que para el caso es lo mismo).
Me siento y comienzo a usar el ordenador, tranquilo. De repente una cosa se me cae en el brazo, me giro con cara de psicópata, a punto de organizar una matanza. Y de repente veo una niñita muy mona, con una carita de ángel de ojos rasgados, con pelo negro cayéndole por la frente y un jodido chaleco color verde moco fosforito que amenaza con destruir la poca vista que aún me queda. Y su madre me pide perdón, de no ser por ese mínimo detalle hubiese cogido a esa putita y la hubiese estampado contra la mesa hasta que su cráneo de neonato malparido se vea aplastado, y su cerebro desparramado por la mesa.
La niña continúa haciendo el gilipollas, apoyada ahora por el hijo del dueño (o hijo de puta del hijo del dueño, y podemos seguir). De hecho, creo que ahora me están leyendo, pero apuesto a que no entienden el idioma.
O si lo hacen, habrá fiesta...
Busco en YouTube 'Wagner', y me preparo...