22 de abril de 2006

En todos los supers cuecen habas

A tenor de la experiencia de Xu, os relato la mía de ayer por la tarde en el super de St Andrews a eso de las 7 y medía. Intento siempre ir a esas horas porque suele estar vacío, y así evito los excesos de bilis magistralmente descritos por Xu. En fin, que cojo mis cuatro cosas para la cena y me voy a la caja de cestas (en la de carros la cosa pintaba mal). Delante mía sólo hay un tío con ojeras que compra unas botellas de licor, es decir, un estudiante que debe creer que tiene demasiadas neuronas y necesita matar algunas más antes de los exámenes.

Hasta ahí bien, pero en cuanto le toca y pasa las botellas se queda esperando y hablando con la cajera hasta que vienen otros cuatro, obviamente colocándose con él y con más botellas de “booze”, cervezas, refrescos, limones y limas. Y ahí empieza el drama: la cajera no se maneja muy bien para quitar las etiquetas del alcohol (aquí tienen esos “tags” de seguridad, como la ropa), tiene que llamar al encargado, que tarda su buen rato en venir y decirle que lo intente otra vez. Y por si fuera poco, la panda de descerebrados no ha tenido otra idea que no poner los cítricos en una bolsa, por lo que a nuestra amiga se le caen unos cuantos al intentar pesarlos en la báscula (operación bastante difícil, claro), y cuando consigue reunirlos del suelo (después de darnos un buen “freeview” de trasero) uno se ha estropeado, por lo que tienen que ir a por otro. En fin, 3 minutos de llenar la cesta, 10 de espera. Para más inri, en la cola de carros ya habían pasado más personas que años restantes de vida merece esta panda. Eso sí, la cajera toda sonriente y sin perder la compostura, sigue bromeando con los futuros licenciados (en dar fiestas). Como detalle extra de la muchacha: piercings en la ceja y en la lengua, por lo que asumo que no está en último curso de ciencias.

La putada es que yo no puedo cambiar de super, sólo hay este…

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