10 de diciembre de 2005

La columna del odio del Lord Oscuro del Rol

Un amigo me ha enviado esto desde la ciudad a la que se ha mudado, en ella comenta como son sus compañeros de piso:


CRÓNICAS XUETES.
Y, ¿por dónde mejor que empezar describiendo a aquellos que viven conmigo? Da base, os diré que convivo con tres personas... o semi-personas... o
primates no definidos. Sus nombres respectivos son Lurdes, Carlos y Patrick.
Son chica, chico y bisexual, respectivamente. Y ahora, iré definiéndolos a
cada uno de ellos.
Lurdes (Lourdes). Tambien conocida como Ricitos de Oro, la India, la Chismes
o, mi favorito, Pocahontas.
Es peruana, de Lima. Hizo una carrera que en Europa no existe. Comunicación
social. Debe ser algo así como nuestras empresariales: el que vale vale y el
que no, a Comunicación Social. Por eso se las da de persona con alguna
categoría. Sus padres tienen dinero. El padre es ingeniero y la madre es
depresiva. Es decir, dedica su tiempo a deprimirse y a mal tratar a la
chacha. No se podía esperar menos de una peruana con dinero. En cambio,
Lurdes ha venido aquí con su marido (Carlos, a quien luego atacaremos) a
buscarse la vida. Sin embargo ha heredado la tendencia depresiva, cuentista
y majadera de la madre, a lo que hay que sumar ese carácter vomitivo de los
sudamericanos que viven por encima del río de la plata y que se pasan el día
pensando en que la vida es una fiesta y hay que sacarle las pelas a los
ilusos de los europeos.
Trabaja mucho. En un hotel de 6am a 12pm y en un telepizza de 10pm a 12am o
algo así. Eso le sirve de excusa para pasarse el día entero en la cama,
rascándose el codo, cateando, durmiendo o hablando por teléfono.
Por supuesto, como todos esos bárbaros de esa zona infecta del planeta, cree
que si grita más, la oirán en su país. Incluso cuando no habla con sus
parientes. La cuestión es gritar y arrastras las vocales de la penúltima
sílaba hasta convertir una palabra en un canto al Sol.
Claro, que no todo es hablar con la familia en donde Pizarro no acabó bien
su trabajo. También tiene amigos aquí. Tres que yo haya contado. Los tres
gays. Un catalán gay, un colombiano gay y un italiano gay. Al italiano, que
se llama Lucca, le llaman Lucrecia... eso ya os irá aclarando muchas cosas,
como mi creciente homofobia. Se juntan aquí los cuatro... o las cuatro,
mejor dicho, y se dedican a decir tonterías, mariconadas, gritar y reír.
Afortunadamente no vienen mucho y yo no coincido demasiado con ellos.
Además, es muy mandona. Le gusta recordarnos nuestras tareas domésticas
insistiendo en que su marido tiene mucho peor carácter. Por cierto, ella no
se ocupa de sus tareas en nada, es una desordenada, bastante sucia que cree
que toda la higiene del mundo se limita a ir siempre con el mismo pijama o
ducharse cada día.
Y finalmente añadiré que es extremadamente racista. Ella, que parece la
abuela del que inventó la patata, es muy racista, incluso con sus
compatriotas. Con todos. Al menos, no es antisemita, porque si no....

Carlos. Alias Silbiditos, bostezos o "el jevi". Es el marido de la enterior.
Enm efecto, es heavy. Heavy peruano. Heavy limeño. Havy indio...
Para poco por casa. Lo justo como para poner un Metal de los 80 más rancio
que el tocino que le gustaba echar a mi abuela a veces al cocido y más
escandaloso que una boda gitana. Eso y que le gusta ordenarlo todo, de
manera casi compulsiva.
Como otros de su especie, es un chapuzas y un pesado. Sin embargo, no
alcanza los límites de su pareja, Pocahontas. Salvo en dos ocasiones: cuando
tiene sueño o cuando silba. Cuando tiene sueño bosteza. De tal forma que se
le debe de oír en Monserrat. Y cuando le da por ahí, silba. Silba para
saludar, para hablar y se comunica con silbiditos como los majaderos esos de
las canarias.
Cuando ambos están en casa, está invariablemente metidos en el cuarto.
Siempre están en el cuarto. Y cuando digo siempre, es siempre... no salen
más que para cocinar ciertas cochinadas peruanas que consisten
incesantemente en un estofado de pollo y patatas acompañado de arroz blanco.
Patrick. Alias "el Patri", el estilista, el compi, el semi-gay, el bi. Sí,
es bisexual. Tiene novio, que es de Badalona y que viene a menudo para..
ejem, para eso xD
"El Patri" tiene diecisiete años, y estudia estilismo en una academia de
Barcelona. Además, trabaja en una tienda de ropa para pijos como él. Es de
Denia, Alicante, pero él se considera valenciano, no alicantino. Es un pijo
irredento, que disfruta con los culebrones más cutres, con Crónicas
Marcianas (gracias al Pancreator que ya no lo emiten) y Operación: Triunfo.
Sí, es mi Némesis, que ha venido para torturarme con su presencia desde el
Séptimo Infierno, el de los Pijos gilipollas.
Su mayor deseo del mundo. Tener mucho dinero para poder comprarse toda la
ropa y complementos que pueda. Ah, eso y hablar por teléfono con su novio,
Gerard. Ellos se definen como bisexuales, pero que me aspen si no son
simplemente gays. No, gays no. Son pijos maricas, que es más insufrible.
Por suerte, no pone música, pero ya tenemos algunos roces por cuando él
quiere ver una serie española de Telecinco y yo un documental sobre el
Paleolítico en la Dos.
Tampoco le gusta la ciencia ficción, ni la fantasía, ni el terror, ni las
ambientaciones diferentes ni nada. Secadores de pelo, zapatos, cinturones,
ropita y cosas así son su mundo.
Pero lo peor es que, al señor estilismos le huelen los pies. Y no es algo
anecdótico. Es que no sólo le apestan los pinreles, es que tiene mil zapatos
(ríete tú, Imelda Marcos) y no airéa su habitación, por lo que empezamos a
pensar si comprarnos máscaras de gas de la Primera Guerra Mundial en alguna
tienda de efectos militares de por el Eixample.
Resumen.
Vivo en un piso muy agradable, en un barrio excelente, con tres personas,
una de cada sexo, con dos niños impertinentes y pesados como vecinos, una
maruja en el piso de abajo inquieta por saber quien demonios soy yo y a
varios cientos de kilómetros de mar a vuelo de pájaro de la ciudad que me
vio nacer.
Próximo Capítulo: Ya es Navidad en el Corte Limeño.

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