30 de agosto de 2005

La columna del odio: Yo personalizo mi coche (I). Introducción.

Hoy, me encontraba yo con mi bendita inocencia y paz espiritual en mi coche conversando con un amigo. Estábamos parados frente a un semáforo en rojo, cuando una música que provenía del coche del individuo que se encontraba a nuestro lado ha venido a interrumpir nuestra apacible discusión. La música en cuestión no era de las especialmente estridentes simplemente el volumen era audible desde Laponia.

Obviamente el coche no venía así de serie, sino que el conductor en aras de facilitar al mundo el saber cuál era su música favorita se sacrificó por nosotros, cual Jesucristo en la cruz, para salvarnos de la ignorancia y haciendo acopio de todo su dinero lo invirtió en un equipo de música para su Opel Corsa de segunda mano. El sacrificio debe ser enorme porque debido a la potencia consumida por el aparato no puede poner el aire acondicionado ya que lleva las ventanillas bajadas. Resumiendo el tío ese no tiene un coche, tiene un equipo de música muy caro.

Yo también tengo equipo de música, en casa, comprado en el Carrefour, aunque no es como el suyo ya tira lo suyo. Sin embargo procuro no poner la música muy alta para no molestar a la vecindad, se llama educación. Esto es precisamente lo que le falta al tío del equipo de música del coche porque… acaso yo le he obligado a escuchar mi conversación? … acaso le he meado el coche? Nooo, porque yo valoro que este hombre debe tener su privacidad para poder ahorcarse en la soledad de su casa, aunque en vista de que no lo hace debería irse planteando la solución de que una patrulla ciudadana hiciera su trabajo. Una patrulla de doce hombre justos, que actuara sin vacilaciones ni remordimientos y cumpliera con esta gran labor social (esto si que es lo que necesita la humanidad y no un montón de ejecutivos viajando en primera a costa de la ONU).

Muchas veces me he imaginado como debería ser tal patrulla, debería situarse en los semáforos, escondidos para la emboscada y armados con bates de béisbol, de tal manera que cuando llegue un interfecto de estos, salieran de la nada y en una demostración de blitzkrieg sin precedentes redujeran el coche a escombros. Para el conductor habría dos variantes de poner fin a su sufrimiento y pesar por haber sido alejado de la selva y de sus congéneres. La primera variante sería dejarlo dentro del coche, la segunda, mucho más creativa y por la que un servidor, de vena artística muy acusada, apuesta sin vacilar y es la de sacarlo del “buga” y meterle todos los altavoces por el culo, incluido el “subwoofer”, y luego enchufar la música a todo volumen.

La mayor parte de veces, ellos no van solos, sino acompañados de su “chorba”, que invariablemente responde al nombre de La Toñi, La Juani o La Paqui. Y de sus colegas Er Paco, Er Toni, Er Mecha, Er Negro y por encima de todos Er Chino. Gente con la que obviamente conversa en algún sitio que no es el coche ya que la música le impide cualquier comunicación verbal, de hecho le impediría hasta oír sus propios pensamientos si los tuviera. Aunque también me parece excesivo suponer que en algún momento conversa con los interfectos antes mencionados porque lo que seguramente hacen es despiojarse mutuamente.

Se hace tarde y esto se alarga…así que, queridos amiguitos la semana que viene entraremos en profundidad en este tema tan apasionante.

Fdo: Xu

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