30 de agosto de 2005

La columna del odio: Yo personalizo mi coche (II)

Se hace tarde y esto se alarga…así que, queridos amiguitos la semana que viene entraremos en profundidad en este tema tan apasionante.

Qué coño la semana que viene, hay temas tan importantes que no pueden esperar.

Tras la tipología 1 de persona que personaliza su coche, a saber, el muerto de hambre que se gasta tanto o más en su equipo de música como en su coche viene el tipo 2

Tipo 2; El hombre de los dados (lo designaremos genéricamente así). Se trata de aquella gente que decide decorar el interior de su vehículo con distintos tipos de condecoraciones a la horterada suprema.

Si, por ejemplo, los dados rosa, la bola 8 de billar y otros artefactos que cuelgan del retrovisor, no sé porque razón pero creo que a parte de ser decorativos (¿?) también son ambientadores que el interfecto debe colocar para evitar que el olor del último polvo que echó en el coche con La Paqui se huela también desde fuera, porque desde dentro me da la impresión que el olor de la Paqui copulando no se quita en meses. Una prueba de que esos tipos y yo somos diferentes, es que jamás me he fijado en ninguna tienda en la que vendan esos artefactos del demonio. Seguramente el local de venta debe tener el romántico nombre de Recambios Max y en la jerga debe ser conocido como el taller der Jóse.

Otro ejemplo de “decoración” interior lo constituye el uso generalmente abusivo de los peluches, elefantes en la guantera, conejitos sobre el asiento del copiloto y ositos en la bandeja trasera. Hasta ahora hemos hablado de los inútiles que personalizan su coche, al entrar en este campo también hablamos de las inútiles. Y que quede claro que no me refiero a ese peluche de Curro de la Expo 92 que regalaste a tu sobrinito y que se quedó ahí para siempre (por cierto si es tu caso, ve cambiando el coche, coño!). Yo me refiero a esa pléyade de peluches metidos a presión y que da pena verlos apretados contra el cristal, seguro que él no lo haría… probablemente él te vendería a un traficante de órganos o a la carnicería que suministra al MacDonald’s, lo cual tiene sentido porque te pasas la vida allí.

Luego el odio se traslada al que ha personalizado la tapicería de su coche, la ha decorado con un motivo generalmente de dibujos animados, que casi el 90% de las veces es Piolín que al verle entrar en el coche cambia la frase original por ésta: “Me pareció ver un lindo gilipollas”. ¿Qué coño hace un personaje de dibujos animados en el respaldo del asiento del coche? Yo os diré lo que hace, aspira los efluvios sudorosos que surgen de la espalda del interfecto, ya que éste no puede poner en marcha el aire acondicionado debido a que el equipo de música le chupa toda la potencia.

Finalmente está el que se cree un piloto de rallies y tiene la tapicería idem, y los nombres y su grupo sanguíneo en la carrocería… es decir ya entramos en el grupo de interfectos que requiere que hablemos también del exterior del coche por tanto frenamos aquí la expulsión de bilis y seguimos otro día con este apasionante tema.

Fdo Xu.

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