7 de octubre de 2005

consultando a Asimov

Me he ido a la "Historia Universal de Asimov- La República Romana" y he encontrado lo siguiente, respecto a la primera toma de Roma por parte de Sila.

Los romanos estaban pasmados ante esta súbita irrupción del que fue su mayor
enemigo desde los días de Aníbal. Era importante que actuasen de manera inmediata,
pero no podían hacerlo, aunque había dos hombres calificados para recibir el honor de
conducir los ejércitos romanos, pues cada uno de ellos tenía el apoyo de uno de los
partidos poderosos de Roma, y ninguno quería ceder. Ambos habían estado en el Este
en años recientes y ambos habían enfrentado a Mitrídates.
El Senado sabía bien a cuál de los dos preferir y rápidamente nombró a Sila para
que condujese a un ejército contra Mitrídates. Mario no pudo tolerar esto y abordó al
tribuno Publio Sulpicio Rufo, quien estaba de parte del Senado, pero se hallaba
abrumado por las deudas. Se supone con buen fundamento que Mario le prometió pagar
sus deudas con los beneficios de la guerra, y Sulpicio Rufo se pasó de inmediato al
bando popular. Hizo aprobar una ley que daba mayor importancia a los votos de los
nuevos ciudadanos italianos y llevó a cantidad de ellos a Roma. Así, fue elegido Mario
para comandar un ejército contra Mitrídates.
Esta actitud era muy natural de parte de los italianos. Mario había estado a favor
de ellos antes de la Guerra Social y durante la guerra los había combatido con lenidad,
mientras que Sila había sido el principal agente de su derrota.
De este modo había ahora dos generales romanos designados para conducir
ejércitos romanos contra Mitrídates y ninguno de ellos podía entrar en acción mientras
no se dirimiese la cuestión. Sila logró escapar de Roma y unirse al ejército que se le
había asignado, el cual esperaba cerca de Nápoles.
Pero no partió para Grecia. No se atrevió a hacerlo mientras su enemigo, Mario,
tuviese el control de Roma. En cambio, hizo algo sin precedentes. Marchó con su ejército romano marchó contra la misma ciudad de Roma. (Hasta Coriolano, quien había
marchado contra su ciudad natal cuatro siglos antes, lo hizo al frente de un ejército
enemigo.) Así empezó la Primera Guerra Civil entre generales romanos. Otras guerras
civiles iban a sumir en la confusión a Roma en el medio siglo siguiente.
Mario trató de defender Roma, pero su turbulenta población no pudo resistir
contra el ejército de Sila, conducido por un general decidido y capaz. Mario y Sulpicio
Rufo se vieron obligados a huir. Este último fue capturado a treinta kilómetros al sur cíe
Roma y muerto, pero Mario logró abrirse paso hasta la costa italiana, escapando por
poco de la muerte más de una vez, y luego se dirigió a África. Finalmente, halló refugio
en una pequeña isla situada frente a la costa cartaginesa.

y más adelante he encontrado esto respecto a la segunda toma de Roma



El cónsul Lucio Cornelio Cinna, elegido justamente cuando Sila partía para
Grecia, era del partido popular y trató, infructuosamente, de detenerlo. Después de la
partida de Sila, Cinna trató de hacer aprobar algunas leyes propuestas por el partido
popular. Pero el otro cónsul se opuso, y Cinna fue expulsado de Roma.
Pero fuera de Roma pidió apoyo a los italianos y trajo de vuelta a Mario de la
isla en que estaba exiliado. Juntos marcharon contra Roma y la tomaron.
Mario tenía por entonces alrededor de setenta años y parecía enloquecido de
odio contra su viejo enemigo, el Senado. Había salvado a Roma de Yugurta y de los
bárbaros quince años antes y su recompensa había sido su permanente humillación por
el Senado y su favorito, Sila.
Se entregó a una orgía de venganza y mató a sus enemigos allí donde los
encontró. Entre ellos, claro está, se contaban todos los senadores que pudo atrapar, y el
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Senado nunca volvió a recuperarse totalmente de este holocausto. Su dignidad quedó
destruida, y en lo sucesivo ningún general romano vaciló en seguir sus propios planes
sin consideración alguna por lo que el Senado pudiera decir.
En 86 a. C., Mario y Cinna forzaron su elección como cónsules, con lo que
Mario fue cónsul por séptima vez, como (según la tradición) le habían predicho en su
juventud. Pero murió dieciocho días después de su elección, dejando a Cinna solo al
frente de la ciudad.
Todo dependía ahora de qué actitud tomase Sila. El partido popular envió un
general con un ejército a Asia Menor para reemplazar a Sila, pero es difícil reemplazar a
un general victorioso. El nuevo ejército se pasó al bando de Sila y su general se suicidó.
Sila dejó dos legiones en Asia Menor y llevó el resto de sus ejércitos a Italia.
Los sucesos que siguieron fueron casi una repetición de la Guerra Social. Cinna y los
otros reformistas tenían la mayor parte de sus partidarios entre los italianos, y éstos
nuevamente se enfrentaron con un ejército romano en 84 a. C., a cuyo frente se hallaba
el mismo general que había combatido contra ellos cinco años antes.
Los italianos no tuvieron más suerte esta vez. Cinna murió en un motín y el
partido popular retrocedió cada vez más. Finalmente, en 82 a. C., Sila obtuvo una gran
victoria sobre los italianos en la Puerta Colina de Roma (la misma puerta a la que se
había aproximado Aníbal en su gran correría de siglo y medio antes). Esto puso fin a
toda resistencia y a la Primera Guerra Civil.
Sila obtuvo una victoria completa. Celebró un magnífico triunfo y se dio a sí
mismo el nombre de Félix («feliz»). Revivió el viejo cargo de dictador que Cincinato
había ocupado antaño, y en 81 a. C. (672 A. U. C.) se convirtió en
dictador de Roma. Pero no fue un cargo de emergencia por un lapso limitado, como
había sido en tiempos de Cincinato. Asumió el cargo por un período indefinido, como
un monarca absoluto o un dictador en el sentido moderno.
Fue ahora Sila quien inició una serie de ejecuciones de miles de sus enemigos
políticos. Muchos miembros del partido popular, incluidos algunos senadores,
perecieron. No era cuestión de mera crueldad o de sed de sangre. Muchos de los que
eran señalados para ser ejecutados («proscriptos») no habían cometido ningún crimen
particular o contra Sila, pero tenían propiedades. Una vez ejecutados por traición, sus
propiedades pertenecían a la ciudad de Roma. Podían ser subastadas, y Sila o sus
amigos podían pujar por ellas. Puesto que nadie osaba pujar contra ellos, la gente de
Sila obtuvo propiedades prácticamente por nada. Así, la ejecución de personas fue un
modo de recompensa y de enriquecimiento de Sila y sus amigos.
Uno de los que podían haber sido ejecutados era un joven aristócrata llamado
Cayo Julio César, sobrino del fracasado general romano de la Guerra Social al que Sila
había reemplazado.

Bien parece claro que fue un dictador al estilo griego, pero con matice

2 comentarios:

Xu dijo...

También parece claro que no tienes mucho trabajo...
...y que Asimov es el más grande

Dr. Muerte dijo...

me gustaría añadir: lo bueno si breve, dos veces bueno.