6 de octubre de 2005

GRANDES BIOGRAFIAS: CAYO JULIO CÉSAR


El término CÉSAR es universal. De su raíz latina CAESAR nacieron las palabras KAISER o ZAR (CSZAR) que han perpetuado el término muchos siglos después de que el primer hombre que lo llevara desapareciera. Y a su muerte, todos los emperadores de Roma lo utilizaron como nombre propio. Así, CÉSAR (es incorrecto decir "el César" o "los Césares" como es incorrecto decir "el Faraón" o "los Faraones", ya que son nombres propios) pasó a ser nombre propio y su uso hacía al portador ser identificado con aquel primer CÉSAR descendiente de dioses y de reyes que conquistó el mundo conocido.

GAIUS IULIUS CAESAR o Cayo Julio César Nació el día 13 del mes que los romanos conocían como Quintilis y que a su muerte tomó su nombre "Julio". El año fue el 100 a.C. año 653 desde la fundación de Roma. Hasta su asesinato, ocurrido el 15 de marzo del año 44 a.C., César ascendió en el duro escalafón romano para convertirse en el Primer Hombre de una Roma que vivía una profunda crisis política y social. Le costó la vida, pero lo que sus asesinos no pudieron imaginar fue que su grandiosa obra habría de sobrevivirle aún 500 años tras su muerte en Occidente y 1.000 en Oriente, dando a la Humanidad el mayor legado cultural de toda la Historia: el IMPERIO ROMANO cuyo arquitecto fue César y su constructor su heredero político, su sobrino-nieto Octavio, más tarde llamado Augusto.
Durante la primera mitad del siglo I a.C. Cinco hombres tratarían de solucionar los gravísimos problemas que amenazaban Roma. Los cinco fueron grandes soldados que comandaron los ejércitos de Roma con valor y audacia.

Los cinco supieron lo que era luchar en una guerra civil y los cinco lucharon por imponer sus ideas para regenerar Roma según sus propias ideas. Sin embargo, la Fortuna tan sólo habría de conceder a uno de ellos su preciado favor.
César fue un hombre moldeado por los acontecimientos ocurridos en la Roma que le vio nacer. Una sociedad corrompida por una aristocracia egoísta que cercenaba sangrientamente cualquier perspectiva de cambio y mejora. Una sociedad en continua y sangrienta lucha sobre la que pesaban poderosas amenazas tanto internas como externas.
Cayo Mario, el "paleto de Arpinum que no sabía griego", el hombre que había ascendido uno a uno los peldaños del duro escalafón militar romano desde el sitio de Numancia y que ante el asombro del mundo entero había derrotado brillantemente en las batallas de Aquae Sextiae y Vercellae en 101 a.C. a 800.000 cimbrios y teutones. Los pueblos nómadas germánicos que pocos años antes habían infligido a Roma espantosas derrotas como la de Arausio y causado la muerte de decenas de miles de romanos. Emparentado con la gens Julia, la familia de César, por su matrimonio con su tía, la gran Julia, Mario trató de llevar a cabo un ambicioso programa de reformas que fortalecieran a Roma integrando a toda Italia en el aparato estatal, pero el Senado, acaudillado por la facción ultraconservadora, no estaba dispuesta a dejar de considerar todo lo que se extendía más allá de las murallas de la ciudad como su finca particular. Ya que en aquellos años, los pueblos italianos no gozaban de la ciudadanía romana, sino que eran considerados aliados. En realidad, siervos de Roma.
Y estalló la guerra entre Roma e Italia. Una guerra en la que Mario impuso su grandioso genio militar derrotando con su espada a aquellos a quienes, paradójica y dolorosamente, había defendido con sus ideas. Así fue Cayo Mario cónsul por séptima vez, pero el viejo soldado no pudo esta vez celebrar su victoria ya que moriría poco después en Roma, viejo, casi inválido, cansado y completamente desengañado de todo. Pero su obra la continuaría su fiel seguidor Cinna, cuya hija Cornelia se casó con el joven Cayo Julio César en 84 a.C. y así, César fue nombrado flamen dialis o sacerdote de Júpiter a la edad de 16 años.

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